Vaca se le metió al tren
Siendo Presidente el Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno, una señora llegó a reclamarle que el tren le había matado una vaca y por tanto el Estado tenía que pagársela.
Don Ricardo le preguntó que cómo había sido el accidente; si fue el tren que se introdujo al potrero donde estaba la vaca o si ésta se salió y se metió a la línea férrea.
La señora le contestó que la vaca estaba fuera del corral y se le había atravesado a la máquina.
El Presidente le contestó:
Entonces, señora, usted perdió la vaca y más bien tiene que pagar los daños al tren.
Si hay gloria, no hay $
El Lic. Julio Acosta García fue Presidente de Costa Rica hace varias décadas cuando todavía ocurrían algunos episodios bélicos. En uno de ellos que supuestamente ganaron los ticos, un grupo de excombatientes llegó a pedirle al mandatario que les diera una indemnización por la gloria que significaba el haber ganado la batalla.
Don Julio Acosta, honesto e incorruptible como era, se limitó a contestarles:
M´hijitos. Si hay gloria, no hay paga y si hay paga, no hay gloria.
Como lo que somos
En uno de los tantos conflictos que tuvo don José Figueres Ferrer con diferentes agrupaciones, a alguien se le ocurrió que el problema se dirimía firmando un pacto como caballeros y así se lo plantearon al mandatario.
-Don Pepe; ¿Estaría usted de acuerdo en que para llegar a una solución firmáramos un pacto como caballeros?
–Como caballeros, o como lo que somos, dijo el Presidente.
No seás brocha
Aclarando que la palabra “brocha” es un costarriqueñismo que significa “adulador, a”, pasamos a contar una anécdota que le ocurrió a don Pepe, siendo Presidente en su tercer periodo.
En un acto que se realizó con motivo de la entrega del libro que escribió Figueres titulado “Cubaces tiernos en abril”, dos amigos que trabajaban en La Nación, fueron a la presentación de la obra. Uno de ellos, don Víctor Alvarado, le dijo a don José: “Hombre don Pepe, qué buen libro”.
-¿Qué, lo leíste?, contestó el mandatario.
-No, pero siendo escrito por usted, tiene que ser bueno.
-Gracias, pero no seás brocha, sentenció don Pepe.
Cercar todo San José
Durante el primer periodo como Presidente del Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno, un grupo de honorables damas de la capital llegaron a conversar con el mandatario sobre el problema que significaba que diariamente deambularan por toda la ciudad mujeres que llamaban “de la vida alegre”. Por ello, le propusieron al Presidente que limitara en la capital una zona de tolerancia para estas trabajadoras del sexo.
Don Ricardo esquivó el problema diciéndoles:
Señoras, en ese caso, habría que cercar todo San José.
¿Confian…qué?
Y volvamos con nuestro Caudillo, el señor Figueres, que fue especialista en salirse por la tangente ante las preguntas de los periodistas. En su último periodo presidencial fue un tanto cuestionado por sus políticas económicas y se decía que había una crisis de confianza. En ese sentido un periodista le preguntó a don José cómo se medía el grado de confianza que existía en el país.
Don Pepe le respondió:
¡Diay, cómprese un confianzómetro.
¿Indispensables?
Don Abel Pacheco de la Espriella, Presidente en el tetraenio 2002-2006 si bien no obtuvo muy buena nota en su gestión como político, sí la obtuvo como dicharachero.
Cierta vez que don Abel terminaba de despedir a varios de sus más cercanos colaboradores, le preguntaron que por qué se deshacía de ellos, cuando parecía que eran para su gobierno indispensables. Don Abel replicó:
El cementerio también está lleno de indispensables.