
Fotografía con fines ilustrativos
Por: Lic. Leonardo Jiménez Campos
En Costa Rica, declarar un inmueble como patrimonio histórico-arquitectónico es solo el primer paso de un largo camino. El verdadero desafío comienza después: ¿Cómo garantizar que estos tesoros nacionales en manos privadas sobrevivan al tiempo, a la presión urbana y a los limitados recursos económicos de sus dueños? ¿Qué mecanismos concretos existen para ayudar a sus propietarios a asumir los altos costos de su conservación?
El dilema de los propietarios: Pasión vs. Realidad Económica
Mantener una casa patrimonial implica gastos excepcionales: materiales específicos (como cedro amargo o técnicas tradicionales de carpintería), mano de obra especializada y adaptaciones que respeten su autenticidad. Muchos propietarios —a menudo familias con vínculos emocionales al inmueble— enfrentan una cruda disyuntiva: invertir en conservación con poco retorno económico o vender a desarrolladores que prometen rentabilidad rápida.
El resultado es predecible: sin apoyo estructural, el patrimonio se convierte en una carga, y las declaratorias quedan en letra muerta. Basta recorrer barrios como Amón o Escalante para ver casas históricas en abandono, a la espera de que un decreto mágico las salve. Pero los decretos no restauran techos ni pintan fachadas.
Propuestas concretas: De la teoría a la acción
Para romper este ciclo, se necesitan incentivos reales y políticas públicas creativas. Aquí, cuatro propuestas viables:
1. Exoneraciones fiscales sustanciales
- Municipalidades: Eliminar el impuesto territorial (ya incluido en la Ler 7555) o reducir su valor en un 80-100% para inmuebles patrimoniales certificados.
- Gobierno Central: Desgravaciones fiscales en el impuesto sobre la renta para gastos documentados en restauración (similar a leyes en México o Colombia).
2. Fondos concursables con contrapartidas flexibles
- Crear un «Fondo Nacional de Conservación Patrimonial» financiado con un porcentaje del presupuesto del MCJ y aportes de empresas (vía patrocinios con beneficios fiscales).
- Permitir que los propietarios accedan a subsidios sin burocracia excesiva, demostrando el valor histórico de su propiedad y presentando un plan de trabajo avalado por el Centro de Patrimonio.
- Proponer vía ley que se destine un porcentaje de lo recaudado por impuesto a las construcciones nuevas. Estos recursos serían destinados a la restauración y protección de inmuebles en manos privadas o públicas.
3. Alianzas público-privadas con rentabilidad social
- Usos adaptativos: Flexibilizar normativas para que viviendas puedan convertirse en cafés, galerías o espacios culturales, generando ingresos sin perder su esencia.
- Programas de «adopción patrimonial»: Empresas o universidades podrían financiar restauraciones a cambio de visibilidad o como proyectos académicos (ej.: estudiantes de arquitectura interviniendo bajo supervisión experta).
4. Asistencia técnica gratuita y simplificación de trámites
- Oficinas municipales de patrimonio con asesores técnicos que guíen a los propietarios en restauraciones (desde permisos hasta selección de materiales).
- Ventanillas únicas para agilizar permisos de obra en bienes patrimoniales, evitando que los trámites desalienten la conservación.
Otras propuestas:
- Exención total de impuestos municipales por 10 años.
- Un subsidio del 50% para restaurar su cubierta de hierro galvanizado.
- Un convenio con la UTN para que estudiantes documenten su arquitectura.
El mensaje sería claro: proteger el patrimonio no es un acto de caridad, sino una inversión en identidad, turismo y desarrollo local.
Legado vs. Legislación
Costa Rica tiene las leyes (Ley 7555), pero falta voluntad política y recursos dirigidos. Mientras países como España o Chile destinan partidas específicas a la conservación privada, aquí seguimos esperando que la pasión de unos pocos compense la indiferencia de muchos.
Urge un pacto social donde el Estado, los gobiernos locales y los propietarios compartan responsabilidades. Porque al final, el patrimonio no es de quien lo hereda, sino de toda una nación que merece reconocerse en sus edificios históricos.
«Una casa patrimonial bien conservada es un museo vivo, pero sin apoyo económico, termina siendo solo un epitafio de lo que fuimos.»
#PatrimonioConFuturo #ConservarEsInvertir
¿Usted qué opina?
- ¿Deberían las municipalidades priorizar exoneraciones fiscales para patrimonios?
- ¿Cómo lograr que más empresas se sumen a financiar restauraciones?
(Este artículo se basa en entrevistas con propietarios de inmuebles patrimoniales y análisis de políticas internacionales)