Por Miguel Cabrera
Hace unos días intercambié notas con un amigo Pilarico, sobre “Cumbo” un personaje pictórico del pueblo. Le plantee mi visión exaltando aquellos valores que disfruté durante esa época en que conocimos a este fantástico personaje. A continuación un fragmento de lo que le envié:
Por aquellos años entre amigos y compañeros de la Escuela Juan de Dios Céspedes y del grupo de 4to grado la Niña Martha Fonseca Paz: jugábamos, saltando piedras por el río, bañándonos en pozas y comentábamos hazañas de superhéroes; a veces jugábamos ser alguno de estos superhéroes; los compañeros comentaban sobre Cumbo, personaje que eventualmente pasaba frente a la escuela, con paso pesado y firme, semblante amigable, muy seguro de si mismo –ensimismado, algo pedante como el Super Héroe Fantomás “la amenaza elegante”, que inundaba toda la calle con su presencia– sonriente y vacilante, una apariencia imponente sobresalía más que Batman, Superman y Linterna Verde, más bien su apariencia musculosa como el increíble Hulk, el gigante verde, o de Alma Grande o Flecha Verde, poderosos y discretos, bondadosos con quienes necesitaran de su ayuda; a veces llevaba un pañuelo en el cuello y a veces no llevaba camisa, otras veces caminaba descalzo; asemejándose a los superhéroes de las tiras cómicas.
Si estabas suficientemente cerca de Él, escucharías tararear una tonada, como un canto, un estribillo que le daba ritmo a su andar, era el tic tac del reloj interno de este superhéroe.
Cuando pasaba por la calle de la escuela, todo el recreo y el siguiente la pasábamos hablando de las hazañas de este superhéroe, indicando los actos de gran fuerza y valor que lo antecedían, también se comentaba de las personas a las que ayudaba y que no cobraba por dichas ayudas; siempre habían aventuras nuevas; posiblemente para nosotros ya había pasado del dicho al mito y la mitad de los relatos estaba entretejido de aventuras fantásticas en las que involucrábamos a Cumbo como el superhéroe.
Un día después de la salida de clases, al medio día, un sol muy brillante; y frente a la tienda de abarrotes de Luis Barboza había caído al caño una carreta cargada de sacos (medio metro más abajo entre la calle y el caño), la carreta que era halada por una mula, que ya estaba entre sentada y casi tirada dentro del caño por la fuerza que ejercían las barras de la carreta que la unía a ella. –Todos decían hay que llamar a Cumbo— solo Él puede sacar esta carreta, así parecía; pues varios fortachones en conjunto lo habían intentado y no pudieron. En ese tiempo no pasaba tanto carro por la Calle Real, así que todos nos aglomeramos –niños, viejos, mujeres, amas de casa, niños y ancianos, hasta los comerciantes dejaron sus quehaceres– alrededor del evento, los mayores estaban más cerca, los niños estábamos por las tiendas de Luisa Víquez y Samuel Víquez, y del molino que daba justo al frente —de pronto aparece el superhéroe— todo se llenó de júbilo, todos aplaudían, chiflaban y gritaban, y así como llegó, ni saludó, solo se paró al lado de la rueda de la carreta, midió su fuerza, tomó la rueda con las dos manos y levantando la carreta junto con su carga y la mula, la puso en la calle, aliviando el sufrimiento de la mula —y la del dueño de la carreta claro— como siempre: no cobró nada, y desapareció como supermán, sin esperar los aplausos y las felicitaciones.
Todos comentaban la nueva aventura; así la tarde se llenó de viejos y nuevos relatos de “Cumbo”, que nos llenó de alegría un día más en esta bella tierra que la Virgen del Pilar bendice y protege.
Al caer la tarde, en las reflexiones, recordaba la bondad y los poderes de los que estaba dotado nuestro superhéroe Pilarico que ayudaba a los que estaban en apuros, recordé las historias de Sansón (Juez de la biblia hebrea) que también el Dios Altísimo lo había dotado de gran fuerza en su cuerpo, mente y corazón, para hacer el bien.
Bellísimo relato de Miguel Cabrera sobre ese amable y maravilloso ciudadano de nuestro cantón del que llevo en mi mente lindos recuerdos.
Esta historia dataría de 1969, año en que tuve el placer de compartir el 4to grado con Miguel, y muchos años más de gran amistad en la infancia y juventud.