La historia cantonal nos recuerda el origen del nombre de nuestro cantón: La Unión. Para muchos representa la simple denominación que se le dio en determinado momento de nuestra historia a un pequeño territorio, ubicado entre la tradicional Cartago y la capital progresista.
Sin embargo, al conocer como fue fundado, nos llama a la meditación. En los orígenes de nuestro pueblo tanto indígenas, españoles, negros como mulatos, vivieron en armonía e hicieron con su trabajo grandes a nuestros distritos, sembraron la tierra y recogieron de ella su fruto, una, otra y otra vez levantaron su Iglesia o su escuela cuando la estructura cayó sucumbida ante los fenómenos naturales o las secuelas del tiempo.
Fueron los hijos de esos negros, mulatos, indígenas y españoles los que ayudaron a crecer un pequeño pueblo ubicado en las faldas del Cerro La Carpintera, ese Pueblo Nuevo contó como su mayor riqueza la armonía y la paz en que vivieron sus habitantes. Fueron ellos quienes a pesar de ser diferentes en el color de su piel, o en su condición económica, laboraron juntos un pueblo en procura de su bienestar y el de sus semejantes.
El testigo de este esfuerzo y de su trabajo fue siempre nuestro Cerro, imponente, majestuoso. Su grandeza fue garante del destino de progreso y amistad que nuestros abuelos quisieron darle a esta tierra. Esta marca de alianza y hermandad se ha perdido con los años, y es necesario que se vuelva a retomar.
Pasaron décadas y el pequeño pueblo se convirtió en ciudad, pero no la ciudad ordenada, protectora de su entorno sino todo lo contrario. La planificación quedó de lado y hoy crecemos sin contar con la infraestructura adecuada. A la hora de construir urbanizaciones o centros comerciales, no se toma en cuenta su impacto sobre las calles, escuelas, centros de salud, áreas deportivas o medio ambiente entre otros.
Lo anterior a falta de un Plan de Ordenamiento Urbano moderno que nos proyecte al futuro y proteja nuestros mayores activos: las fuentes de agua y las zonas de protección.
Ahora bien, pese a que hace casi un año entró en vigencia un nuevo plan regulador ni antes ni actualmente la administración municipal ha sido capaz de ser autoridad en su territorio.
Las construcciones en zonas no aptas o catalogadas como de alta fragilidad ambiental continúan y crecen ante la inercia, carencia de autoridad o permisividad de las “cabezas” del gobierno municipal.
Han sido múltiples los acuerdos del Concejo Municipal en este tema que llaman a actuar con firmeza, sin que sean ejecutados. Han sido múltiples las solicitudes de organizaciones comunales cuya respuesta ha sido la cansina verborrea o el “eso no me toca a mí”.
Señor Alcalde y Vicealdesas detengan ya el desmadre urbano que vivimos y que hoy vemos por doquier. Si no han tenido voluntad hasta hoy, hagan al menos lo que la ley determina.
Doten al departamento respectivo de los recursos humanos, legales y equipo que permita que el Plan Regulador vigente no sea al igual que el anterior un carísimo mamotreto guardado en los anaqueles del municipio.
El crecimiento poblacional y estructural van de la mano, pero junto a estos, quienes dirigen el desarrollo del cantón tienen bajo su responsabilidad lograr la armonía en el presente y futuro cercano del sector. Cuentan con herramientas vitales como el Plan de Ordenamiento Urbano, el Plan de desarrollo cantonal, el proyecto de presupuesto municipal y otros más como leyes muy específicas. Considero que:
1.- Debe estimarse la proyección de crecimiento de la población por cada sector o distrito y trabajar en los proyectos de futuras contrucciones habitacionales y de estructura comercial de la mano con los empresarios y dueños de terrenos habilitados para esa finalidad. Coordinar con INEC y Escuelas de Estadística de las Universidades.
2.- Reconocer las áreas que deben protegerse en términos de cuido ambiental y de esparcimiento. El equilibrio de la salud colectiva encuentra allí su base fundamental. Tocar puertas a funcionarios de SINAC, organizaciones comunales y ambientalistas.
3.- La protección insoslayable de las nacientes de agua que dan origen en buena medida a los portentosos ríos Tiribi y María Aguilar. Es notoria la apertura de nuevos proyectos habitacionales en la zona norte del cantón, allí donde se ubican estas fuentes. Priva la acción preventiva de los departamentos a lo interno de la Municipalidad.
4.- Los requerimientos de orden municipal, en cuanto a la formalidad que deben cumplir los diseños de casas y centros comerciales y su ejecusión, tienen que estar como medida obligatoria y evitar parte del desorden aludido.
5.- Para todo proyecto exigir la coordinación con la Dirección de tránsito con el afán de planificar de previo las necesidades de cambios en los accesos y caminos públicos.
6.- Hacer valer el respeto por los límites de las zonas protectoras del cantón. Eso no se negocia ni se puede ser permisivo.
7.- Hacer valer el respeto por las zonas de protección de los márgenes de los ríos. Vemos casas prácticamente al borde del límite natural con sus consiguientes riesgos.
8.- Visionar junto al crecimiento del sector comercial el surgimento de áreas de parqueo colectivo. La comunidad adolece de estas.
9.- Aunque han de anotarse más punto de interés respecto al tema de fondo, no estará de más la toma de opinión de los pobladores, en general, no solamente los que pertenecen a alguna asociación o comité, esta es una fuente de peso en la detección de aspectos del desarrollo comunal.