
En cada barrio, en cada callejón y en cada comunidad de Costa Rica, late un corazón solidario que no busca reconocimiento, sino el progreso colectivo. Este pasado domingo 26 de octubre, el país alzó la voz para honrar a esos pilares anónimos en el Día Nacional del Servidor Comunitario.
Una fecha que trasciende el simple calendario para convertirse en un espejo que refleja la esencia de un cantón y una nación construida, en gran medida, por manos voluntarias. Se trata de un homenaje a la entrega silenciosa, al compromiso inquebrantable y al amor por lo público que transforma realidades y siembra esperanza en los territorios.
Más de 400.000 personas a nivel nacional y cerca de 28.000 líderes integran el tejido comunal, una fuerza imparable que trabaja desde las trincheras del bien común. En La Unión, esta realidad no es una excepción, sino la regla que ha permitido su desarrollo. Son estas personas quienes, enfrentando grandes limitaciones y con un profundo sentido de pertenencia, dan un paso al frente y dicen «sí» al mejoramiento de su entorno. Frente a un llamado ciudadano que requiere más participación que nunca, su labor se erige como un faro de inspiración.
A continuación, una breve pincelada de la vida de algunos de estos líderes comunales de nuestros barrios, quienes desde el anonimato aportan al desarrollo cantonal:
Una vida de servicio gratificante pide inclusión digital y atención estatal

Juana Zeneida Chaves:
Con una extensa hoja de servicio a la comunidad, Juana Zeneida Chaves representa la dedicación y experiencia de un liderazgo forjado en el trabajo continuo. Ha sido miembro en varios periodos de la directiva de la A.D.I. Yerbabuena, sirvió en el Club de Leones La Unión y, por una década, dirigió el grupo mayor U.V.A. Río Azul.
Describe su labor como una «experiencia gratificante, aunque con momentos difíciles», donde el anhelo es recoger «frutos maduros» para el bienestar comunitario y cantonal, siempre dando lo mejor de sí de manera satisfactoria.
Desde su perspectiva, hace un llamado sensible a la inclusión digital de los adultos mayores, pidiendo «consideración total» para las personas de 70 años o más que no tienen las herramientas tecnológicas al alcance. Asimismo, plantea una necesidad crucial: que instituciones estatales clave como DINADECO, INDER e IMAS realicen visitas periódicas y exclusivas a cada comunidad, al menos una vez al año, con el único objetivo de escuchar y atender las situaciones del quehacer diario para el desarrollo local.
35 años forjando legado y empoderamiento para la mujer jefa de hogar

Marielos Brenes Oviedo se define a sí misma como una lideresa comunal con una trayectoria de 35 años. Su incursión comenzó con capacitaciones de la UCR y el Ministerio de Salud, forjándose en programas de desarrollo comunal. Es parte vital de la Asociación de Desarrollo Integral de Salitrillos desde hace 20 años, donde ha desempeñado los roles de vocal, secretaria y actualmente preside la organización.
Su motivación siempre ha sido clara: ser ese «granito de arena» para inspirar a las futuras generaciones de mujeres y retirarse sabiendo que dejó un legado de empoderamiento, especialmente para las jefas de hogar. Sostiene que el trabajo desinteresado «llena el espíritu de gratitud», una filosofía de vida que heredó de su madre y su suegra, quienes le enseñaron a aportar a la comunidad de manera incondicional.
Sin embargo, Brenes ve más allá de la infraestructura. Su lucha actual se centra en dotar de herramientas reales a las mujeres. Requiere más preparación a nivel de cooperativas y cursos en diversas materias que permitan a las jefas de hogar generar sus propios recursos, elevar su autoestima y lograr independencia económica para sostener a sus familias y su desarrollo personal.
Con la convicción que dan décadas de trabajo, Marielos Brenes termina con una poderosa reflexión: «Donde esté una mujer emprendedora, trabajadora y con liderazgo no solo se beneficia ella sino muchos hogares en su comunidad».

Edmar Alberto Cano Guerra
Es un vecino con una trayectoria profundamente enraizada en el trabajo comunal. Afiliado desde su fundación en 2002 a la Asociación de Desarrollo Específica Recreación y Ornato Urbanización La Torre Tres Ríos, dio el paso definitivo al servicio directo al integrar su junta directiva en 2016.
Para Cano, esta experiencia ha sido un aprendizaje vital, permitiéndole sumergirse en las diversas realidades de su comunidad y, desde ese conocimiento, plantear soluciones concretas. Su gestión se ha centrado en llevar una mejora tangible en la calidad de vida de todos los vecinos, afiliados o no, con logros en áreas sensibles como la seguridad ciudadana, la mejora de la infraestructura del parque y el salón comunal, y una comunicación efectiva de los asuntos de interés colectivo.
Desde su trinchera, identifica desafíos estructurales para el sector comunal. Exige al Estado el giro oportuno del 2% del impuesto sobre la renta, un derecho legal que, según señala, no se cumple. Asimismo, aboga por mecanismos de exención del IVA más «amigables» para que las asociaciones puedan acceder a este beneficio sin trámites burocráticos excesivos.
Finalmente, Cano visualiza una relación más estrecha y eficaz con el gobierno local. Propone que, ante la dificultad de coordinar con cada asociación individual, la Municipalidad utilice a la Unión Cantonal (UCALU) como un ente de enlace centralizado, optimizando así la colaboración para el bien de todo el cantón.
37 años de lucha comunal entre el progreso y la burocracia

Álvaro Alcázar Hernández, Presidente de la ADI Calle Los Naranjos en Concepción de La Unión, es la imagen viva de la constancia en el trabajo comunal. Con apenas 25 años, en 1987, inició un camino impulsado por la fe en que la organización vecinal era la herramienta idónea para solucionar los graves problemas de infraestructura de su comunidad. “Y no me equivoqué”, afirma con la certeza que dan casi cuatro décadas de labor ininterrumpida.
Para Alcázar, el comunalismo es un “aprendizaje constante” que exige una dedicación casi a tiempo completo. Esa, asegura, es la única fórmula para sacar adelante los proyectos que transforman los barrios. Sin embargo, su mirada es crítica frente a los nuevos desafíos. Reconoce que, si bien el apoyo económico del Estado ha aumentado, los controles sobre el gasto se han vuelto más estrictos.
Desde su trinchera, lanza una alerta sobre una brecha crítica: muchas comunidades carecen de la expertise y las herramientas para cumplir cabalmente con estos requerimientos técnicos. Señala directamente a la Dirección Nacional de Desarrollo Comunal (DINADECO), a la que califica de “pobre” en sus asesorías. “Muchas veces esa dirección no se ajusta con los horarios que los comunalistas necesitamos”, reclama, evidenciando el choque entre la rigidez institucional y la realidad de un voluntariado que trabaja contra reloj.
Una vida de lucha comunal, de la necesidad de vivienda al liderazgo cantonal

Fanny Conejo Gómez es la encarnación del poder ciudadano organizado en el cantón de La Unión. Su larga trayectoria, que ella misma define como “voluntariado anónimo”, comenzó en 1987 impulsada por una necesidad fundamental: la lucha por una vivienda digna. Este anhelo la llevó a la ADE Provivienda El Cedro, donde inició un ascenso imparable por todos los escalones del liderazgo local, desempeñándose como vocal, secretaria, vicepresidenta y, actualmente, como la presidenta de la Unión Cantonal de Asociaciones de Desarrollo de La Unión (UCALU), que agrupa a 24 organizaciones comunales.
Para Conejo, el comunalismo ha sido un «gran reto», una escuela práctica donde se gradúa uno en las necesidades de la comunidad. Su experiencia está marcada por la paciencia y la persistencia, con proyectos que toman años, incluso décadas, en concretarse, como la construcción de una cancha multiusos que duró más de 20 años en ver la luz.
Su liderazgo es de acción y gestión. Ha estado en la primera línea de batallas clave para la comunidad: desde gestionar una atención digna en las farmacias del Área de Salud hasta negociar con el Consorcio Autobusero del Este para mejorar el servicio de transporte público. También ha participado en cruciales conversaciones con la municipalidad sobre los delicados convenios de uso precario de los bienos comunales y ha impulsado el deporte a través del Comité Cantonal de Deportes y Recreación (CCDRLU).
Desde su posición, exige al Estado el giro completo del 2% del impuesto sobre la renta para las asociaciones de desarrollo. Además, reclama capacitación constante y accesible de DINADECO, especialmente para enfrentar los desafíos de la digitalización, y un mayor acercamiento del gobierno local para fortalecer a las juntas directivas en temas jurídicos, ambientales y administrativos. Su lucha demuestra que el liderazgo comunal es multidimensional, abarcando lo social, lo deportivo y la defensa de los derechos de las mujeres a través de su activismo en el INAMU.
Una década de servicio comunal guiado por la honestidad y la transparencia

Gerardo Campos Orozco es un servidor comunal que, desde el 28 de febrero de 2013, ha encontrado en el trabajo vecinal una de las experiencias «más profundas y enriquecedoras» de su vida. Para Campos, esta labor va más allá de la gestión; es un compromiso con la transformación de su comunidad a través del «trabajo honesto y organizado».
Su enfoque está guiado por valores inquebrantables de integridad, honestidad y transparencia, que lo han llevado a priorizar la escucha activa, la construcción de consensos y la toma de decisiones que fortalezcan el tejido social en su conjunto. Asegura que servir a la comunidad no solo le ha permitido aportar al bienestar colectivo, sino que también ha significado un continuo proceso de crecimiento personal que ha dejado «una huella significativa» en su vida.
Desde su experiencia directa como miembro activo de una Asociación de Desarrollo Específica El Cedro (ADE), Gerardo Campos hace un llamado urgente a las instituciones. Plantea la necesidad de un «apoyo más firme y estructurado», que incluya mecanismos de financiamiento ágiles y menos burocráticos para poder ejecutar proyectos de impacto. Finalmente, aboga por una mayor y mejor articulación con las municipalidades y otras entidades estatales, con el fin de que el trabajo voluntario en las comunidades sea «realmente sostenible y reconocido».
Pionera y estratega: Rompió techos de cristal en el poder comunal

Grettel Solano Morales
Su camino comenzó en 1983 en la ADE El Cedro. Cuatro décadas después, su legado no solo son obras, sino la puerta que abrió para que las mujeres dirigieran a nivel cantonal y provincial, transformando la gestión comunal desde una perspectiva de inclusión y fuerza colectiva.
Miembro de la ADE El Cedro desde 1983, no solo ha dedicado su vida al movimiento comunal, sino que lo ha transformado desde dentro. Su trayectoria está marcada por hitos históricos que rompieron esquemas: con orgullo y determinación, se convirtió en la primera mujer presidenta de la Unión Cantonal de Asociaciones de Desarrollo de La Unión (UCALU) y, posteriormente, repitió la hazaña al asumir la presidencia de la Federación de Asociaciones de Desarrollo de Cartago.
Estos cargos no fueron solo posiciones honoríficas; fueron plataformas estratégicas que le permitieron potenciar la voz de todas las asociaciones a nivel provincial y llevar el desarrollo de su comunidad y cantón a una escala mayor. «Estos roles me permitieron crecer en el ámbito personal y demostrar que el liderazgo femenino es una fuerza capaz de dirigir con eficacia y visión», afirma.
Para ella, el movimiento comunal es una «profunda vocación de servicio» que se construye día a día. Su mayor satisfacción es ver los frutos del esfuerzo colectivo: «un proyecto terminado, una necesidad básica cubierta, una mejora en la calidad de vida». Su liderazgo ha funcionado como un catalizador de la unión y la solidaridad, creando un sentido de pertenencia y «poder colectivo» en la comunidad.
Sin embargo, su camino como pionera no estuvo exento de los desafíos propios de abrir brecha. Equilibrar la doble jornada y enfrentar estereotipos en entornos tradicionales fueron pruebas constantes que superó con resiliencia.
Con la autoridad que da haber dirigido en las más altas esferas del comunalismo, su reclamo es contundente: el movimiento requiere ser reconocido como un aliado estratégico del Estado. Pide apoyo técnico-administrativo, financiamiento ágil y una modernización tecnológica que no deje atrás a las zonas rurales.
Su historia es la de una mujer que, empezando por una necesidad local, escaló cada peldaño para demostrar que donde hay una mujer emprendedora y con liderazgo, no solo se beneficia ella, sino que se transforman hogares, comunidades y, finalmente, todo un país.
Mucho más que gracias

Estas historias, similares a las de cientos de pilaricos, son el verdadero termómetro del progreso. No aparecen en los titulares de los grandes medios, pero su eco resuena en calles más seguras, parques más limpios y en una comunidad más unida. Desde Crónicas de La Unión, hemos sido testigos de cómo, con esmero y tenacidad, estos servidores han forjado el cantón próspero y unido que hoy habitamos.
El Día Nacional del Servidor Comunitario no es solo una fecha para el elogio pasajero, sino un recordatorio poderoso de que el desarrollo no es exclusivo de las grandes obras de infraestructura, sino que nace y se sustenta en la acción local y desinteresada de sus habitantes.
Los líderes de La Unión son el patrimonio vivo más valioso del cantón, demostrando que cuando la ciudadanía se organiza, no hay límite para el progreso. Por ello, más allá de las felicitaciones, este medio insta a cada ciudadano a seguir aportando, a sumarse a esta corriente de solidaridad y a continuar escribiendo, con acciones concretas, la historia de una Costa Rica y un cantón de La Unión más justo, inclusivo y pujante. El llamado está hecho: el futuro se construye en comunidad.
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