
Fernando Mayorga Castro – Residencial La Antigua
Como vecino de La Antigua llevo bastante tiempo tratando de que “el barrio” permanezca limpio, sin residuos tirados en las calles, cunetas y aceras. Llegué a la conclusión de que como vecino de “el cantón del agua” y convencido de la defensa del ambiente, no puedo dejar que montañas de plásticos y residuos de todo tipo terminen yéndose por las alcantarillas y terminen en nuestros ríos; tampoco puedo quedarme quieto viendo la urbanización en la que vivo como un basurero a cielo abierto, como si no fuera también un poco “mía”; es como dejar que mi casa sea un basurero…
Esto no ha sido tarea fácil ni breve; por el contrario, es una labor de todos los días: De esas de 365 días al año, sin descanso ni pausa. En esa continua lid he logrado identificar a algunos de los principales “contaminadores” de este barrio (que probablemente se repitan en otros), por lo que los he clasificado un poquito. Aquí comparto sus características:
- Los “pasantes”. Personas que pasan por la urbanización en su ruta al centro de Tres Ríos o a alguna parada de bus cuando van al trabajo, a hacer “mandados” o a estudiar. Si van comiendo algo, a menudo tiran el envoltorio, el vaso, la botella, lata o cajita de jugo en la acera, cuneta o -en el mejor de los casos- en alguna canasta para basura (que no están pensadas para esos residuos “sueltos”).
- Los “parqueantes”. Son personas (de servicios de transporte muchas veces) que vienen a tomar un descanso en su carro o camioncito; a veces toman cervezas o algún licor; otras veces consumen comidas rápidas (hamburguesas, pollo, tacos…). Si no es a tomar un descanso, a veces vienen a tener un encuentro “amoroso” o a escuchar música incluso; el mayor problema no es tanto lo que hagan (mientras no sea ilegal) sino los residuos que dejan de comidas, bebidas, cigarrillos y otras cosas…
- Los “visitantes”. Tenemos en el barrio una institución autónoma que cumple una importantísima función social. Sin embargo, nunca han puesto un depósito de residuos en las afueras de su oficina, de manera que las personas que llegan a hacer sus trámites, a participar en audiencias y demás, muchas veces dejan los restos de sus “snacks”, bebidas y otros (como pañales desechables) cuidadosamente depositados en la acera o en alguna canasta de basura cercana…
- Los “fiesteros”. Si se quiere, son una subespecie mezcla de los visitantes, parqueantes y pasantes. Son aquellos que se reúnen en algunos puntos (detrás del local que vende “pollo caliente”, pero también en otras partes del barrio) y que suelen dejar sobre todo muchas latas y botellas plásticas de bebidas espirituosas, así como numerosas colillas de cigarrillos de tabaco y hasta de otras cosas. Hay que decirlo: Hay grupos de “fiesteros” que dejan todo recogido, o al menos dejan todas las latas en una bolsa, pero no siempre es así.
- Los “pasajeros”. Algunas de las personas que esperan el autobús en la parada afuera de la urbanización, suelen dejar sus recuerdos a otros futuros pasajeros. A veces dejan envoltorios y restos de comida entre las ranuras de los asientos; a veces los lanzan detrás de la parada como para que no se vean mucho y, a veces, simplemente los dejan puestos en el asiento porque no hay ningún lugar donde depositarlos… Botellas, latas, restos de comida, bolsas, cáscaras de frutas y muchas cosas más son parte de estos regalitos que algunos nos dejan.
- Los “delivery”. Desde la pandemia se acrecentó el uso de los servicios de entrega de comida a domicilio, los “delivery”. Es una ocupación digna y respetable, muy útil para quienes trabajan en su casa o regresan cansados después de la jornada de trabajo y mandan a traer algo para comer. El problema es que muchísimos de los papelitos que vienen con la orden terminan en la acera y en la calle.
- Los fumadores y vapeadores. Aunque afortunadamente los niveles de fumado han bajado impresionantemente en los últimos 15-20 años, aún hay muchas personas que fuman o vapean. Esto se nota en las calles por los paquetes de cigarrillos y cajas de insumos para vapeadores que a diario se encuentran y, sobre todo, por la cantidad de colillas de cigarrillos que aparecen en todas las calles y cunetas.
- Las cableras y compañías de telefonía y electricidad. Sin excepción, públicas o privadas, estas compañías dejan un basurero a su paso por nuestros barrios. Pedazos de cable de todo tamaño, gazas plásticas por decenas, pedazos de metal, cajas donde vienen insumos que utilizan, bolsitas plásticas de repuestos que usan, cintas adhesivas (“tape” eléctrico) y muchas cosas más. Cada vez que veo que alguna está haciendo un trabajo les digo con todo respeto que traten de dejar limpio y me aseguran, casi jurando, que no dejan ni una tuerca al terminar… lamentablemente los residuos quedan ahí durante días y semanas.
- Los dueños de mascotas. Como dueño de una mascota, procuro no salir sin llevar la bolsita para recoger sus residuos, y sé que después me corresponde llevármelos conmigo y disponer de ellos en mi casa. Lamentablemente hay quienes no tienen ni idea de que hay que recoger estos residuos (lo cual hace que el resto de las mascotas se arriesguen a contagiarse de enfermedades cuando olfatean o pasan sobre los residuos de otras. Los hay también que llevan su bolsita, recogen la “gracia” del perrito… y dejan todo en la acera, la canasta de basura o en medio de la primera planta que se encuentran: Estos contaminan tanto o más que los primeros. Finalmente están quienes lavan con manguera lo que hacen sus mascotas en su propiedad… y tiran el agua con todo y heces de las mascotas a la acera, provocando también contaminación, malos olores y riesgo de contagio de enfermedades.
- Los propios habitantes de la urbanización. También somos culpables de muchas malas prácticas (y de omisiones). Por ejemplo, sacar la basura a veces hasta uno o dos días antes del día que es recogida, propiciando que personas o animales rompan las bolsas y rieguen todo su contenido en la calle (igual con el reciclaje). Y con el reciclaje, creemos que por ser residuos más “limpios” no importa si los ponemos en bolsas abiertas o simplemente en una caja de cartón sin tapa, lo que hace que el viento vuelque las bolsas o cajas y todo el contenido comience a esparcirse por el barrio. Finalmente, hay vecinos que tienen canastas para basura cerradas en las que la gente comienza a depositar residuos (a falta de bolsas o contenedores en toda la urbanización), con el problema de que los dueños de tales canastas no las limpian nunca o casi nunca, dejando olores fétidos a todos quienes pasan por la acera o la calle junto a sus casas. No olvidemos a los vecinos que hacen reformas en sus propiedades y sacan todos los residuos a la acera para que “alguien” los recoja (aún cuando no son responsabilidad de los recolectores de residuos sólidos). Finalmente, tenemos un local de fiestas infantiles en la entrada donde se generan muchísimos residuos, especialmente vajillas desechables, restos de comida, envases, servilletas… Muchas veces esos residuos quedan sueltos dentro de la propiedad y el viento se los lleva hasta las aceras y calles circundantes; otras veces (las más) las bolsas de basura llenas de comida que ponen en la acera son rotas por animales (y personas) que esparcen todo su contenido en la acera y calle (no sería tan difícil construir un encierro en el cual poner esas bolsas para que eso no pase).
No todo es malo. He podido comprobar que entre más limpio mantengamos el barrio, las personas lo ensucian menos (salvo unos poquitos que no tienen decencia ni responsabilidad). También he podido ver que muchas personas tiran residuos en las canastas de basura (que no son para eso) porque no hay basureros en ninguna parte, pero al menos intentan no dejar sus desechos tirados. Es muy valioso también haber comprobado que cuando se pone en algunas partes una bolsa para que los dueños de mascotas dejen sus bolsitas, la mayoría de ellos las utilizan en lugar de dejarlas tiradas en otras partes.
Hay esperanza si todos ponemos el ejemplo y dejamos de pensar que los residuos en la calle son la “basura de otros” y entendemos que, cuando de este tema se trata, los residuos que están tirados en las calles, cunetas y aceras son de todos y nos toca a todos ayudar a disponerlos adecuadamente.
Si se instalaran cámaras se puede recuperar la inversión en vigilancis aplicando la multa respectiva s quien tire basura al suelo
Todo eso que nos detallas de manera extraordinaria, sucede y acontece en cualquier barrio, poblado o residencial de este país, en mayor o menor grado según cada sector habitacional.
En lo particular pienso que eso solo se detiene con educación y una mejor cultura ciudadana.
Los padres son los número uno a atender este llamado y muy inmediatamente el estado, quien también debe aportar grandemente a este flajelo latinoamericano.
Larga tarea nos queda para tener estándares óptimos en este tema.
Al menos yo tengo fe, una gran fe en esta utopía.