
Hay imágenes que valen más que mil reportes técnicos. Esa fotografía tomada hoy sábado 18 de octubre desde El Cedro, donde una decena de carros esqueléticos y una tapia de lata penden sobre el río como fruta madura a punto de caer, es una de ellas. Es el retrato perfecto de dos males que nos aquejan: la impunidad para usar el territorio como basurero y la lenta incuria que llamamos gestión de riesgo.
Mirando esa escena, uno no sabe qué es más grave: si el hecho concreto de que ese «esquiva de carros viejos» –presuntamente de un particular– esté a horas de convertirse en proyectiles contaminantes con la próxima crecida, o el silencio cómplice que lo ha permitido. El terreno aledaño al plantel municipal y la iglesia de Matamoros no se convirtió en cementerio vehicular de la noche a la mañana. Alguien lo permitió. Algún vecino lo vio. Alguna autoridad prefirió no verlo.
He aquí la cuestión de fondo: seguimos actuando como bomberos apagando incendios, en lugar de prevenir la pirotecnia. Un río no es el patio trasero de nadie. Sus riberas son zonas de amortiguamiento, no corrales para chatarra. Cuando la crecida arrastre esa chatarra –y lo hará–, no será un «desastre natural». Será la consecuencia previsible de un desastre administrativo.
La pregunta incómoda salta: ¿cuántos puntos como este existen a lo largo de nuestros ríos? ¿Cuántos «lotes de la Muni» esperan solo una lluvia torrencial para colapsar? La foto desde El Cedro es solo el síntoma de una enfermedad mayor: la normalización del riesgo.
Urge, pues, que la Municipalidad no solo retire este peligro inminente –algo que, por cierto, ya debió haber hecho–, sino que ejerza un control territorial real. Que aplicar las normas no sea una opción, sino la única respuesta posible ante quienes creen que el espacio público –y mucho menos un cauce riverino– es su almacén privado.
El río La Cruz, hará su trabajo. La pregunta es si las autoridades harán el suyo antes de que el costo pase de ser solo unos cuantos carros viejos a algo infinitamente más valioso.
FOTOGRAFÍAS: Benjamín Vega
Adonde es eso? por Dios qué peligro
DETRÁS DE LA URB. EL CEDRO
Nuevamente se observa como no se respeta la zona de protección de los ríos, acorde a la Ley Forestal 7575, artículo 33, inciso b), que señala que el área de protección debe de ser una «b) Una franja de quince metros en zona rural y de diez metros en zona urbana, medidas horizontalmente a ambos lados, en las riberas de los ríos, quebradas o arroyos, si el terreno es plano, y de cincuenta metros horizontales, si el terreno es quebrado.»
Así que me sigue llamando la atención que nuestro cantón, siendo el «Cantón del agua», no pueda o quiera respetar la ley y protección de sus ríos.
Pues me parece que ayer mismo después de todo lo que pasó, deberían de estar limpiando y jalando con toda la maquinaria que tiene la Muni, esos vehículosba punto de irse al cauce y clausurando todo depósito de chatarra que hay en el Cantón de la Unión, con «permisos» o no … todo basurero clandestino, toda parte habitada con riesgo de perder la vida.
Muchos dirán no sabe lo que es no tener casa, pues gracias a Dios no lo sé!
Pero si sé que no podría arriesgar la vida de mi familia, en un lugar a punto de colapsar.
La Municipalidad tiene recursos y muchos con los impuestos que recoge, parquímetros hasta en la esquina, partes y boletas diarias por doquier, cobros municipales de limpiezas, que ni el parque está cerca, o caños que ni sé acercan a limpiar y lo que existe son pasos de agua sucia, no sería mejor usarlos en estos casos, en lugar que pintar calles y poner macetas o bancas que nadie usa, sólo las destruyen!
Hay que poner a trabajar al pueblo también a educar para que todo esto no suceda. Porque es deber de todos cuidar que esto no siga sucediendo!