Nacido el 1 de setiembre de 1818, en la ciudad de San José. Fueron sus padres don Ramón Castro Ramírez y doña Lorenza Madriz Cervantes. Sus estudios primarios los realizó en esta ciudad, donde desde muy corta edad dio muestras de gran talento. Su formación inicial está influida por destacados intelectuales como el médico guatemalteco Nazario Toledo y de su mecenas y pariente, el presbítero Dr. Juan de los Santos Madriz.
Posteriormente, se trasladó a realizar estudios en la Universidad de León, Nicaragua, en la que obtuvo previo exámenes reglamentarios por madurez, el título de Bachiller en Filosofía, el 23 de diciembre de 1838. Luego se dedicó a los estudios superiores, habiendo recibido los grados de Doctor en Derecho Civil, el 1 de noviembre de 1841; el de Maestro en Artes, el 12 de mayo de 1842 y pocos días después, el de Doctor en Filosofía. Ese mismo año, se casó con la señorita Pacífica Fernández Oreamuno, dama distinguida de la sociedad costarricense de aquel entonces.
Señor en su comportamiento, su trato y su vestir, pudo haber pasado por un noble de alcurnia y campanillas en las Cortes europeas de la época. Afable y respetuoso por igual con ricos y pobres, se cuentan todavía gran cantidad de anécdotas que lo retratan tal como era. Siempre con su levita, el inevitable chaleco de fantasía y su sombrero de copa, caminaba con gran naturalidad por las calles de un San José aldeano y pobre, haciendo derroche de su elegancia, su educación y su gran cultura.
En su mano derecha esgrimía su inseparable bastón con empuñadura de oro macizo, pero también de oro macizo era su fe en el futuro de una patria que desde joven ayudó a construir.
Como profesional se caracterizó por su amplia cultura, orador elocuente y gran espíritu como estadista, lo que le valió que a escasos 24 años, se interesara por incursionar en actividades políticas y fuera designado Ministro General en el Gobierno de don José María Alfaro en noviembre de 1842. El 3 de mayo de 1843, gracias a su iniciativa como Ministro, dio impulso a la educación dentro de un concepto centralizado de administración, que según su pensamiento implicaba la injerencia directa del Estado en materia educativa, para eso, implementó un Proyecto de Ley dirigido a crearla Universidad de Santo Tomás, con el objetivo de estimular la educación superior como fuerza formativa de la nacionalidad, de la identidad patria y que colaborara a su vez, en la expansión de la enseñanza primaria. En dicho centro educativo se desempeñó como Rector durante 17 años, al tiempo que fomentó y consolidó la estructura de una Escuela Normal de señoritas, para la formación de maestras.
Los ideales por formar un Estado con identidad nacional, basado en la educación como medio de consolidar y legitimar su existencia, se plasmó en la Constitución de 1844, siendo la primera en incluir un capítulo específico sobre la educación; el artículo 180 expresaba: “es un deber sagrado del gobierno poner todos los medios que estén a su alcance para ilustrar al pueblo.” Por su parte el artículo 181 específica que “La ilustración es un derecho de los costarricenses y el Estado la garantiza en todos los conceptos por medio de disposiciones legales.”
Entre otros aspectos importantes de este insigne prócer destaca su lucha y gestión internacional para lograr la fundación de un banco y, aunque la tentativa fracasó, dejó semilla que germinaría en un no muy lejano futuro. Como liberal auténtico, fue el primer defensor de la libertad en todas sus manifestaciones, convirtiéndose en verdadero paladín del derecho de expresión y, en especial, de la prensa escrita. Honrando su vocación, fundó en 1842, el periódico El Mentor Costarricense y en 1847, El Costarricense, pensando que “la opinión pública debe ser oráculo de un gobierno libre, se preocupó por dotar de escudo y bandera a Costa Rica” e igual esfuerzo desplegó en defensa de la vida humana y, en consecuencia, abanderó un grupo que se oponía contra la pena de muerte.
Por consiguiente, como Ministro General de Gobierno organizó y propulsó la enseñanza pública con el fin de engrandecer la patria a través de la cultura. Sin duda, fue un gran entusiasta como pocos en la educación de su pueblo y en especial por brindar educación a las mujeres, por lo que nunca omitió esfuerzo alguno para la realización de proyectos que dieran impulso a la enseñanza pública, pese a las penurias del Erario.
De esta manera, aseguró el respeto a las leyes, la libertad irrestricta y la libertad de prensa. De sus reflexiones extraemos un fragmento: “Solo la instrucción es el baluarte indestructible de la libertad de los pueblos, el firme apoyo de su tranquilidad, el paladín de sus derechos y la primordial causa de su engrandecimiento y prosperidad”.
Pese a su excelente gestión como Ministro el 28 de junio de 1844, presentó su renuncia como Ministro, sin embargo, muy pronto la Provincia de San José, lo honró con su elección como Diputado, cargo en el que también destacó y que al año siguiente, le permitió ser nombrado Presidente dela Cámara. En tan distinguido cargo, gestionó importantes iniciativas en el Congreso, entre ellas logró a su constante preocupación por la salud pública y el bienestar social, que se decretara la ley que estableció la fundación del Hospital de San Juan de Dios, en junio de 1845.
En junio de 1846, de nuevo en el Poder don José María Alfaro le nombró sin titubear Ministro de Relaciones Exteriores, Instrucción Pública y Gobernación; en su calidad de Ministro de Educación Pública fundó la tan ansiada Primera Escuela Normal de varones que funcionó en la ciudad de San José, bajo la dependencia dela Universidad de Santo Tomás, siempre considerando la necesidad de preparar maestros de escuelas primarias.
Por su excelente labor, poco después fue elegido Vice-Jefe de Estado y como tal tuvo la oportunidad de ejercer el Poder durante 15 días, en ausencia del señor Alfaro; pero ahí no acaba todo, su vida política siguió escalando posiciones de importancia y el 1 de noviembre de 1846 fue elegido Jefe de Estado, cuando apenas contaba con veintiocho años de edad, convirtiéndose en el gobernante más joven de la historia de Costa Rica.
El 8 de mayo de 1847, inaugurando su Administración, llena de ideas avanzadas, con la preocupación por la enseñanza pública; la construcción de vías; los correos y la reorganización de la República Centroamericana, abría la brecha en los escollos naturales que frenaban el desarrollo del país y principalmente la formación intelectual del costarricense. Como Jefe de Estado continúa sus esfuerzos por organizar la instrucción pública y convertir el gobierno central en el eje del desarrollo de la educación, para eso realizó una serie de transformaciones administrativas y docentes que van tomando cuerpo en una legislación específicamente educativa. Es así, que en la Constitución de 1847, se empiezan a divisar y crear para lograr tales fines, los medios legales por los cuales el Poder Ejecutivo pueda ejercer influencia directa en la administración de la educación.
Otras reformas del Dr. Castro Madriz durante este periodo, dirigidas a fortalecer y expandir la educación fueron el establecimiento de escuelas normativas y la integración de la mujer al sistema público de enseñanza, quedando consignadas en la Constitución de 1847.
Por eso, no es de extrañar que a los pocos días, mediante Decreto Nº XVIII, de 19 de mayo, materializa y hace reconocimiento oficial del derecho de la mujer a educarse, así como a ocupar un lugar dentro del sistema público de enseñanza, cuando declara la apertura de establecimientos encargados de la educación de las niñas, donde además se educaran las primeras maestras de escuela, que luego pasarían a prestar servicios en diversas provincias del país, siendo así, el primer gobernante de la historia costarricense en concretar un proyecto relacionado con la educación femenina.
El culto a la mujer, sin duda, fue en él una devoción. La quería culta, educada, capaz de organizar y mantener con orgullo un hogar, por eso solía exclamar: “Yo nunca me olvido que una mujer me dio el ser”. Y razonando esa admiración por la educación femenina agregaba: “En el regazo materno se forma el corazón del hombre y de ese regazo ha de levantarse villano o caballero”.
La restructuración administrativa del Estado, emprendida por Castro Madriz, logró girar de la descentralización a la centralización de funciones, teniendo desde luego, incidencia sobre las municipalidades que representaban centros de poder contrario a los ideales de un Estado Nacional. Sin duda, la Constitución de 1847, en la cual jugó un importante papel, limitó el número de instituciones municipales, al establecer que las habría únicamente en las Cabeceras de Departamento, con lo que se reducía su número a solo cinco municipalidades.
La forma en que dicha carta establece la organización interna de la municipalidad indica una clara interferencia del Poder Ejecutivo, al ejercer funciones de Presidente el Gobernador Político. Como consecuencia, partir de ahí, la municipalidad empieza a compartir con el Poder Ejecutivo la administración de los servicios básicos a la comunidad. Otro aspecto importante de esta constitución es que en ella se perfila la actual división territorial, la cual se consolida en la constitución de 1848, que consignó la existencia de municipalidades en todas las provincias y en los cantones que se formaran en el futuro.
El Dr. Castro Madriz, liberal, de ideas avanzadas demostradas con hechos, dedicó su mayor tiempo como gobernante a abrir brecha en los escollos naturales que frenaban la formación intelectual del costarricense. Entusiasta como pocos en el campo de la educación, no omitió esfuerzo alguno por lograr sus objetivos “Solo la instrucción lleva al hombre al importante conocimiento de sus pasiones, solo ella siembra en el corazón la semilla de la dignidad y del honor, e inspirándole sublimes y nobles pensamientos, le hace justo, útil, benéfico y patriota.”
Durante su gestión se le recuerda por lograr otros importantes proyectos como el Decreto Nº CXXXIV de 31 de agosto de 1848, en el que sustituye el título de Estado que hasta entonces había llevado Costa Rica, por el de República; el Decreto Nº CXLVII de 29 de setiembre de 1848, en el que se dispone que el Día 15 de setiembre de todos los años sea feriado para todas las oficinas públicas con la idea de celebrar en todos los pueblos dela República, con la debida solemnidad tan magna fecha.
Asimismo, designó el Pabellón Nacional, que fue izado por primera vez ante los ojos de los costarricenses, el domingo 12 de noviembre de 1848, en la Plaza Principal de San José, con animadas marchas y solemnes saludos de armas de fuego, cabe mencionar que dicho pabellón fue confeccionado por su esposa, doña Pacífica Fernández Oreamuno, quién junto a él, pensaron que ya era tiempo de dotar a Costa Rica de nuevos símbolos nacionales.
Fue entonces cuando doña Pacífica, concibió y expuso la idea de que el país comenzara su nueva vida de República independiente con un símbolo de ella, una hermosa bandera formada por los colores rojo, azul y blanco, semejante a la del pueblo que fue capaz de tomar aquella fortaleza levantada en el corazón de París, llamado la Bastilla y proclamar los Derechos del Hombre.
Y no podía faltar recordar entre sus logros y su vasta trayectoria, el Decretó de 4 de octubre de 1849, que trata del Primer Reglamento Orgánico de Instrucción Pública, en el que se dispone quela Inspección escolar estuviera a cargo de los Jefes Políticos, con sueldo.
Pese a todo esto, la Administración del Doctor Castro Madriz fue combatida sin tregua por una férrea oposición y antes de tomar medidas extremas ante la amenaza de un pronunciamiento militar, prefirió retirarse de la Presidencia por su propia voluntad antes que ensangrentar al país y llevarlo al campo de las venganzas y a los actos de violencia. La Presidencia, dijo, “no vale una sola gota de sangre”.
Presentó la renuncia el 16 de noviembre de 1849, que fue aceptada por el Congreso, el cual le confirió el título de Fundador dela República y lo condecoró con una medalla de oro, mediante Decreto Nº LVI de 16 de noviembre de 1849, en visa de haber sido él quien estableció que Costa Rica dejara de ser Estado Centroamericano, declarándola República Independiente.
Alejado de sus funciones, en junio de 1850, considera como lo más conveniente abandonar el país y autoexiliarse, por mantener fuertes desavenencias con el Presidente don Juan Rafael Mora. Finalmente, decide abandonar Costa Rica por la frontera norte y de ahí viajar rumbo a Europa y hacia otros países de oriente, con la gran oportunidad, que el Gobierno de Francia lo nombrara Oficial dela Legación de Honor y la condecoración con la Gran Cruz, en octubre de 1850.
Tiempo después regresa al país, en donde se mantiene al margen de toda actividad que tuviera relación con la vida política del país, pese a esta condición el gobierno le ordena de nuevo, a que abandone el territorio nacional en febrero de 1852. En acato a esta disposición se traslada esta vez, a Guatemala, donde radicó por varios meses, para retornar finalmente a Costa Rica y dedicarse por completo a las labores agrícolas en sus haciendas La Pacífica y Paso Hondo.
El 30 de setiembre de 1858, el Congreso le ofrece una nueva oportunidad por su amplia preparación y patriotismo, en consideración lo nombró Presidente de la segunda sala dela Suprema Corte. Sin embargo, una vez finalizada la Administración de don Juan Rafael Mora causada por el golpe militar del 14 de agosto de 1859, fue designado Presidente dela Asamblea Constituyente que se realizó para ese mismo año. En esta oportunidad y como era de esperar despliega esfuerzos encaminados a la defensa de la vida humana y a la abolición de la pena de muerte, pero sus nobles ideales no pudieron concretarse.
En abril de 1860 fue otra vez nombrado Presidente de la Corte Suprema de Justicia, cargo que desempeñó hasta mayo de 1866, cuando fue electo por sus dotes ampliamente demostrados como gobernante de gran civismo, Presidente de la República, mediante el voto popular para suceder al Lic. Jesús Jiménez, inaugurando su segundo mandato de Gobierno el 8 de mayo de ese año.
Fue esta Administración también de gran progreso para el país, planteó un contrato con una compañía inglesa para llevar a cabo la construcción de un ferrocarril interoceánico, que por diversas razones no se pudo concretar. Abrió al comercio exterior la bahía de Limón, creó el Banco Nacional de Costa Rica; se instaló en esta Administración el primer servicio telegráfico entre Cartago y Puntarenas; se instaló la cañería de San José; se construyeron varios edificios públicos y se realizaron numerosas obras de fomento en general. Pese a los logros obtenidos, poco antes de terminar su administración, hizo una manifestación pública en apoyo a su Ministro, don Julián Volio para sucederle en el cargo, lo que despertó gran descontento en el país. Se formó entonces, un vigoroso movimiento oposicionista que trajo como consecuencia un pronunciamiento militar de los generales Blanco y Salazar, comandantes de los cuarteles de San José, que terminaron por darle un golpe militar, el cual aconteció el 1 de noviembre de 1868, en su lugar se nombró Presidente provisorio al Lic. Jesús Jiménez.
De esta manera, el Doctor Castro Madriz ejerció con excelencia la primera magistratura en dos ocasiones, sin embargo, nunca pudo terminar su período en ninguna de ellas. La primera, de1847 a1849, fue truncada por una violenta oposición que culminó en el pronunciamiento militar que lo obligó a separase de sus funciones y la segunda de1866 a1868, que tuvo igual final al ser derrocado por golpe militar.
En octubre de 1870 fue nombrado de nuevo, Presidente dela Corte Suprema de Justicia, cargo que ejerció hasta el año de 1873. En el gobierno del General don Tomás Guardia desempeñó las altas funciones de Ministro de Justicia, cargo que desempeñó por tres años consecutivos. Asimismo desempeñó las funciones de Ministro de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública. Además fue designado ala Presidencia mediante Decreto Nº 9 de 23 de abril de 1881. Con motivo de fusilamientos efectuados por el Gobierno de Guatemala, lanzó su famosa protesta contra el cadalso en diciembre de 1877, dirigida a las Cancillerías extranjeras.
A la muerte del Presidente Tomás Guardia, continuó colaborando en los gobiernos de don Bernardo Soto, de quien fue Ministro de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública; luego fue nombrado en mayo de 1885, Enviado Plenipotenciario de Costa Rica ante los Gobiernos de Centroamérica y en los últimos meses de su vida, desempeñó el cargo de Ministro Plenipotenciario en Nicaragua en donde le atacó una enfermedad que le ocasionó su muerte.
Se convirtió en verdadero paladín del derecho de expresión y, en especial, de la prensa escrita. Honrando su vocación, fundó en 1842, el periódico Mentor Costarricense y en 1847, El costarricense, pensando siempre que la opinión pública debía ser un oráculo de un gobierno libre.
El hombre que un día declaró a Costa Rica como República soberana e independiente, que se preocupó por dotar de escudo y bandera a este país y que le fue conferido el merecido titulo de Fundador dela República, falleció el 4 de abril de 1892, en la ciudad de San José, a los 74 años de edad.
Pese a la partida definitiva, su vida notable dejó para los costarricenses una fuente de inspiración y una meta que señala siempre rumbos de honor y patriotismo. Por todo esto y el legado de las sabias y acertadas medidas que dictó, con liderazgo intelectual y político en aspectos cruciales de aquellos años de formación y consolidación del Estado Nacional, el Congreso Constitucional lo había declarado en vida, Benemérito dela Patria, el 2 de octubre de 1847 mediante Decreto Nº LXI de 2 de octubre de 1847.
A iniciativa de don Francisco María Núñez, el 8 de diciembre de 1918, fue erigido un monumento en su honor en la ciudad de Puntarenas, en el propio lugar en donde fueron fusilados don Juan Rafael Mora y el General José María Cañas.
Frente al edificio de Correos y Telégrafos en la ciudad de San José, fue erigida una gran estatua consagrada a perpetuar la memoria de gran prócer de la patria, decretada por el Congreso el 24 de junio de 1926, e inaugurada solemnemente el 1 de mayo de 1929. En la parte superior está la efigie del patricio y en la inferior del pedestal está el símbolo de la libertad, sosteniendo en sus manos una antorcha, a sus lados hay representaciones escénicas dela Campaña Nacional contra los Filibusteros 1856-1857.
El 12 de noviembre de 1949 se erigió con gran festín y asombró en la ciudad de San José, otro monumento a su memoria, esta vez en un pequeño parquecito situado frente al Banco de Costa Rica y en las cercanías de la que otrora fuera la Plaza dela Artillería. En el se levanta en su centro, el busto del prócer sobre un pedestal, en el que hay una placa que se refiere al él como fundador dela República. Varios centros educativos del país además llevan su nombre en homenaje a su memoria.