“30 años en donde di todo lo que pude con gran amor por mis alumnos” (2018)

Doña Lucita o la Niña Lucita como le conocemos en Tres Ríos es una de decenas de educadoras que crecieron y se hicieron profesionales en un cantón muy diferente al que conocemos actualmente.

Era una época en que existían múltiples limitaciones para estudiar y en donde la norma en quienes ocupaban el cargo de maestros era la vocación de servicio y el trabajo por los estudiantes y la comunidad.

Tiempos, en donde para muchas familias pilaricas era difícil el acceder a la educación primaria o secundaria.

La Niña Lucita nació el 25 de agosto de 1933 en Oreamuno, Cartago cuenta actualmente con 84 años de edad. Hija de padres de familias provenientes del cantón de La Unión, tierra a la que siendo aún muy niña su padres retornan luego de residir en la Vieja Metrópoli por un corto periodo.

Su nombre María Teresa Rojas Meneses, madre de 9 hijos cinco varones y cuatro mujeres, abuela de 20 nietos y 8 bisnietos y educadora de centenares de pilaricos que hoy peinan canas y recuerdan con aprecio.

Fue profesora de Educación para el Hogar desde los 18 años en la Escuela Adela Rivas de Fonseca (Antigua Escuela de Mujeres) bajo la dirección de la Prof. Esperanza Herrán de Vargas.

Educación para el Hogar era una materia que se impartía en los centros educativos y que consistía en enseñar inicialmente a las niñas y posteriormente a niños y niñas en las labores elementales a realizar en la vida hogareña.

Aprendió manualidades de su abuelita y madre y desde los trece años cosía y bordaba vestidos, cualidades que luego trasladaría a las aulas.

Recuerda como al casarse viajaba a pie desde Dulce Nombre donde vivía con sus suegros. “Era muy largo, no había bus y el camino era muy malo. Para estar más cerca del trabajo construimos primero a la par de mi mamá y luego compramos la casita en Tres Ríos en donde vivo actualmente cerca de la escuela”

Por 30 años impartió lecciones de cocina, corte y confección y manualidades entre otras.

“Actualmente esas materias no se dan, nosotros junto a los estudiantes elaborábamos en el aula los faroles del 15 de setiembre, los regalos del día de la madre y del padre, éramos muy creativos y aprovechábamos el tiempo” resaltó.

Trabajó con muchas educadoras de la época como María de Los Ángeles Coto, Ermencia Arrieta, Rita Coto. María Cristina Cervantes, Flory Cantillo, Berta Barboza, Julia Sánchez, Adilia Richmond, Belén Richmond, Carmen Soto y otras con las que compartió aulas.

Existía mucha cercanía entre las maestras y los estudiantes, se vivían las necesidades, alegrías y tristezas  de las familias así como los sacrificios de muchos para lograr que los infantes fueran a la escuela, aprendieran a leer y escribir y enrumbaran a la educación secundaria.

Eran tiempos en los que se realizaban tamaleadas, ferias, ventas de cachivaches y múltiples actividades para mejorar la infraestructura de la escuela, construir tapias, mallas y mejoras al edificio en general.

“Quienes fueron nuestros alumnos nos respetan y quieren así como dan siempre muestras de cariño”  

Desde que se pensionó colabora con la Asociación Nacional de Educadores (ANDE) y la Filial de la Asociación Nacional de Educadores Pensionados (ANEP) y continuó impartiendo lecciones de pintura en tela y manualidades en la Casa de la Cultura, la Iglesia de Tres Ríos y otros lugares.

Se reúnen actualmente cada mes en la Casa de la Cultura o en la Casa de Maestro Pensionado en Tres Ríos. Por varios años tuvo un Grupo de Baile durante la dirección de la Prof. María Inés Cambronero agrupación que representó a la institución en actividades locales y en la provincia.

En sus ratos de ocio pinta y prepara adornos para las actividades de maestros pensionados. Integró la Junta Directiva de la Filial del ANDE donde ocupó diferentes cargos dentro de la Junta.

“El ser educadora durante 30 años significó toda mi vida, la vida en la escuela fue bellísima y le di todo lo que yo pude, lo poquito que yo sabía lo di a los niños y niñas. Y con mucho amor. Recuerdo como me llevaba la máquina de coser para hacer los trajes de las niñas para los desfiles. No nos importaba las horas que fueran sino dar todo lo que pudiéramos por los alumnos. Fue una hermosa etapa de mi vida” concluyó la Niña Lucita a quien el Gobierno Local le rindió un merecido homenaje.

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