Cómo  fue mi pueblo: “Carpintera” Por Luis Aguilar “Valencia”

Escritor y Recopilador Histórico de La Unión

Fotografías aportadas por Doña Adela Jiménez.

Para Crónicas de La Unión / Año 2012

Tomemos como  punto principal  de referencia esta magnífica fotografía, para  ubicar  nuestra historia.

Carpintera como poblado, fue formándose a finales de los años 1800, cuando los indígenas emigraron de San Diego en busca de mejores posiciones por las crecidas del Tiribí.  Encontraron en varios sitios del distrito Tres Ríos, lugares donde plantar sus ranchos y sembrados con mas llanuras y menos peligros en tiempos de invierno, y es así como dio inicio al crecimiento de La población del cantón de La Unión.

El pequeño poblado de Carpintera, con apenas unos seis ranchos aproximadamente, dio inicio a lo que hoy día es una gran comunidad con todas las comodidades modernas al alcance de todo habitante.  Sus chozas  o ranchos, hechas de árboles de sus mismas fincas, pisos de tierra, paredes en parte de barro simulando el bahareque o bien algunas hasta de hojas secas de vástagos entrelazadas como los palenques indígenas,  usando agua de riachuelos o zanjas cercanas que emanan aún de lo mas alto del cerro.   

Una comunidad muy pobre  donde sus primeros moradores tal vez solo subsistían de lo que les produjera la tierra en agricultura y la misma montaña en animales para su alimentación.  El poblado nace en las meras faldas de  La Carpintera, y es por eso que su nombre fue y se conserva, quizás hasta la eternidad de los pueblos.

Haciendo una guía del poblado antiguo,  basado en la primera foto que data de unos 55 años aproximadamente, vemos un vehículo (muy pocos en aquéllos tiempos) a la izquierda  nos lleva  la calle Pisabarros, hacia la derecha un poblado con antiguas familias como: Tobías Gutiérrez y su esposa dona Chon en la casa de la esquina, Joaquín Quesada y su esposa Juan Víquez, Pepe Calderón su esposa Bethy, Ricardo Sanabria y su esposa Juana, quienes tenía una pulpería, Chepe Quesada y su esposa Teresa, Susana Poveda, Lolo Sanabria y su esposa Luisa Echavarría, Diego Sanabria  y su esposa Rita, Oliva Picado, Herminio Solano y su esposa  Mariana Rodríguez, Malaquiel Quesada y su esposa Lola Chacón, Pastora Calderón, José Conejo y su esposa Chula,  y luego seguía el potrero de Ricardo Sanabria, todos estos antes de pasar el riachuelo, (Quebrada Carpintera), ya que siendo este el único camino a la piedra del encanto, encontrabamos otras viviendas más arriba.

Devolviéndonos y partiendo de la  fotografía inicial, continuamos la misma calle,  que por el lado izquierdo iniciaba con la casa de Samuel Jiménez y su esposa doña Felicia Villalobos, que tenían una pulpería antes de la que se muestra en la foto,  la casa de Mey Vargas y su esposa Ángela Román, Bolívar  Meneses y su esposa Virjita Coto,  Leví Sánchez y su esposa Argentina, luego la casa de Pedro Conejo Esposo de Antonia (Toña,  que tenía un gran jardín de rosas), luego una casa donde primero vivió Abel Badilla (mi tío) y su esposa Ángela Rojas, luego en esta casa vivió Tulio Ballestero (atenea) y su esposa doña Tina; y por último en esta  casa vivió Rubén Ramírez y su esposa doña Tina, ( de Tobosi ) y su familia, siguiendo había  casas de alquiler de un señor Antonio (Toño) Barrantes, donde vivió  doña Ester Ramírez, estas casitas colindaban con el puente de hamaca, que aún hay  algunos vestigios. Pasando el riachuelo (Quebrada Carpintera), estaba la casona de bahareque de Miguel Chaves y Nina Soto, (la partera), luego  la cuesta del sauce, y seguían las pocas viviendas donde finalizaba el caserío central por esta calle, o  a bien entender, a la derecha de la fotografía da base para este relato.

Como últimas casas estaban: subiendo la cuesta,    Chano Salas y su esposa Elena Brizuela, Melo Conejo y su esposa Teresa Salas, Toño Otárola y su esposa Rafaela Coto, al frente la única casa a la izquierda en la finca Coto de los Malavassi,   vivía Valencia y su esposa Mariana, ahí nacimos toda la descendencia Valencia. 

Continuando al frente, en la entrada de la finca de Tinoco ( donde hoy día  es la entrada al caserío el Cedro), la casa de finca donde nació y vivió la numerosa familia de Juan Garita y su esposa Carmen Rodríguez.  Topando con el riachuelo o quebrada Carpinterita o del bosque, a su derecha estaba la casa metida donde vivía  Raúl Conejo y su esposa Lila Calderón, y ya bien arriba por un trillo, donde hoy día es el cementerio, era la finca Isaura de don Santiago Malavassi, y la entrada al potrero de los novillos, esta finca tenía una casa donde vivieron varias familias que entre ellas recuerdo a Beto Quesada y luego el Negro Mesén,  posteriormente residió Emilia Alvarado y luego Fidel Navarro, esposa y familia y luego Rubén Guzmán y Teresa Montoya.

Ya en lo alto de la montaña estaba la finca Villalobos también de Santiago Malavassí, finca que su único acceso era a pie o a caballo, no contaba con calle, sino que un trillo era la única forma de llegar a ella, tenía una casa donde también vivió también Beto Quesada, el Negro Mesén y su familia  y otras  que se me escapan de la historia, mientras que al frente ya se preparaba terreno para la primera casa, donde hoy día vive la gran familia de Rogelio Ramírez y su esposa Mercedes Quesada. Esta franja  de terreno entre la calle y la quebrada Piedra del Encanto, hoy de la familia de Rogelio, fue de don Francisco (Chico) Vargas, quien lo vendió a mi Tía María Aguilar en 450 colones en abonos ( año 1956), posteriormente mi tía se lo regalo a su hermano,( mi papá Valencia) quien unos cuatro  años después y cultivada de café, se lo vendió a Manuel Meneses hijo de Bolívar en 4.500 colones quien vivió ahí con su esposa Carmen muy poco tiempo. Años más tarde con una casa hecha por mi hermano Melico y yo. Luego la compró Rogelio Ramírez como por la suma de 12 mil colones, también en abonos.  Esta propiedad que hoy día conserva la gran familia,  Ramírez Nájera, es la que queda al pie de la montaña, poco antes de llegar a la Piedra del Encanto, donde a su inicio era solamente un camino de mulas, hoy día cuenta con calle vehicular, alumbrado público, luz y teléfono y con su fuente de agua potable propia  nacida y recogida de la quebrada Piedra del Encanto.

 Pero antes de continuar con la segunda fase del poblado de la izquierda, partiendo de la foto inicial, quiero destacar que entre la quebrada el Bosque o Carpinterita,  y la casa de la finca Isaura, por el año de 1936, construyó mi padre Valencia un rancho de palos, entre ellos, murta y Cuajiniquil y Gradilia, con un techo de tejas de barro  y parte de hojas,  y fue ahí donde al día siguiente de casado, ( 1935) formó su hogar dando origen a la familia Aguilar Badilla,  rancho donde nacieron los dos hijos mayores, ( Estrella y Manuel (Melico). Años más tarde  don Tomás Malavassi le hizo una casita en la finca Coto, donde hoy día es el  nuevo proyecto de vivienda Betel, ( Bethel significa, Un lugar dónde las personas van en busca paz y tranquilidad para la Mente, cuerpo y espíritu.) frente a la entrada principal del Cedro. Hablamos aproximadamente de los años 1945 donde se estableció mi padre Valencia y mamá  Mariana,  y ahí nacimos ocho hijos más, viviendo en dicha finca hasta los años 1960, donde por razones de los dueños de la finca fuimos desalojados, pasando como terceros habitantes del caserío de San Rafael, hoy llamado San Miguel,  (existe historia completa pendiente por publicar que incluye la escuela con su nombre, por qué Carolina Bellelli de Malavassi).

Iniciamos el recorrido de nuevo sobre el Carpintera Viejo, partiendo siempre de la foto inicial,  y nos encontramos con dos calles a la izquierda. Una es la muy recordada Calle Pizabarros, llamada así por ser en aquellos tiempos una calle o trocha de barro que comunicaba Carpintera Centro, con San Miguel.  Un camino de a pie, carretas y caballos, donde en tiempos de invierno sus barriales eran los que dieron origen a su nombre. En esta mencionada calle, y que hoy día  honra con su nombre,  un grupo de bailes folklóricos conocido, habitaban muy pocas familias, y como caso curioso viajando de Carpintera hacía San Miguel, solo estaban situadas al lado derecho de la calle. La Ermita de la comunidad y  las casas de: Abel Delgado y su esposa Apolonia Alvarado, (los guarias), la casa de Trino Linares y su esposa Lidia (los picos), la casa de Evangelista  Abarca y su esposa Elda Barrantes (los chinchos que hacían canastas), y antes de los años 1950 vivó Rigoberto (Pilote) Otárola y su esposa doña Elida Salas Ramírez  iniciando ahí su familia que por razones de incendiársele la casa, abandonó el barrio. 

Unos 200 metros  más arriba, la casa de José Isabel Montoya y su esposa Inés Ramírez (los estereros) y llegando al final del caserío, en la finca de don Rafael Nájera la casa de Fidel Zeledón y su esposa Rosa Brizuela ( los cuechas), Las fincas que rodeaban esta Calle Pizabarros eran La Magnolia y la Finca León, de don Claudio Castro.  Esta calle podría haber tenido  dos nombres, uno  por sus barriales, como se llamó, y otro por sus apodos. (tradición de identidad en nuestro cantón).

Después de la última casa (Fidel y Rosa Brizuela),  existía un cruce de calles; si seguíamos directo continuaba a la izquierda la finca la Magnolia (hoy día Residencial Estancia  Antigua), y a la derecha la finca de Miguel Zamora hasta salir a la calle pavimentada de San Miguel  y si doblábamos a la derecha, la calle continuaba hasta la lechería de Santiago Malavassi al pie de la montaña, lo que es hoy día la entrada a la finca de  los Scouts de C.R., pero antes debemos resaltar que pasando la entrada de la finca Santillos de don Claudio Castro nos encontrábamos un riachuelo cristalino con buenas posas, que bajaba de la finca los Lindo en el Fierro, Finca de Carlón Malavassi  y pasaba por toda la finca Zamora, más abajo toma el nombre de quebrada Carpintera, misma que le caían otras quebradas de lo alto del cerro.

 Continuando esta calle,  estaba la primera casa de la familia de Efraín (Fingo) Calderón y su esposa Luisa Trigueros, una familia tradicional y típica por sus rezos del niño, con pólvora, chicha y comilonas de toda la noche y parte de la madrugada para esa ocasión.  Pasando otra quebrada estaba una casa en la finca Chavarría de los Malavassi, hoy día  Barrio Los Sauces, también su nombre actual  se debe por haber  tenido esta finca abundancia de árboles de Sauce.  En esta casa vivió anteriormente Toño Otárola y su esposa Rafaela Coto, y luego la habitó Víctor Ml. Garro (Colloso) y su esposa Adelí Soto. Esta familia emigró de San Ana, en tiempos de cogidas del café, y se asentaron de por vida aquí en La Unión, una numerosa familia que junto con su padre Víctor Ml., trabajaron para los Malavassi  mucho tiempo.  Cabe mencionar que Víctor Garro como se le llamaba comúnmente, tenía y tocaba una marimba que la hacia relinchar como decía él, en los turnos de verano y ocasiones fiesteras que fuese contratado.

Continuando la calle,  nos encontramos la entrada a la finca San Vicente, propiedad de la Iglesia Católica, Nuestra Sra. del Pilar que años después, fue donada a las familias que en su mayoría hoy la habitan.  Finca montañosa administrada por varios periodos por Pablo Vargas, quien le construyó una casita en el llano, y un galerón tipo lechería, donde originalmente vivió  Diógenes (Chenes) Vega con su esposa Marielos Abarca, abandonándola años más tarde por la explosión de una bomba de agua que sepultó la casa y galerón de la lechería.  Años después, Rafael Molina, esposa   y sus hermanos procedentes de Tobosi, habitaron el lugar nuevamente, hasta la repartición total de la finca, que Pablo Vargas había renunciado a su administración ante la Iglesia.  También vivió ahí Ramón García (piscurrio) con su esposa e hijas.

A la entrada de esta finca, estaba o tal vez está todavía, una pequeña finquita de Aníbal Sanabria, quien le dio a mi hermano Manuel (Melico, por ser su compadre) la oportunidad de hacer una casita ahí para su familia, esto por los años 1962 aproximadamente la construimos Melico y yo, jalando en carreta y otra parte al hombro, los materiales para hacer la casa, donde vivió con su esposa Arabela Quesada y su familia por años, posteriormente  Toño Chaves Alvarado  y su esposa Lía Alvarado habitaron esta casa siendo ellos prácticamente los fundadores del poblado San Vicente por su permanencia, Toño Chaves,  fue  encomendado por el padre Cordero a la repartición de lotes, donados por la iglesia, con el afán de dotar de vivienda a cantidad de familias, hoy son los pobladores más antiguos de San Vicente.

Continuamos el recorrido hacía la cumbre,  y nos encontramos a la izquierda  con una tira de terreno entre la calle y los potreros, donde hizo asentamiento de por vida la gran Familia  Astúa  Badilla.  Daniel Astúa, esposo de mi tía Juana Badilla, numerosa familia establecida ahí antes de los años 1940, son también un emblemático símbolo de población de este lugar. Al frente la finca El padre de la familia Malavassi.  Hoy día esta  propiedad la ocupan en gran parte un caserío, la escuela de San Vicente y un camposanto privado.

Al terminar la calle,  nos encontramos con una división que a su izquierda nos lleva a la lechería de Santiago Malavassi, (única lechería al sur del cantón) y unas tres casitas para albergue de familias de los vaqueros que asistían los trabajos tanto de finca como lechería, entre ellas vivió ahí por muchos años, Oscar Sanabria y su esposa doña Mimí, y otras familias que escapa mi memoria. 

En este mismo lugar de la lechería, estaba el portón de alambre  que marcaba la entrada a la montaña que solo era por un trillo de a pie, o de  caballos, donde en lo alto de la montaña existía un galerón para bañar ganado o bien preparar las vacas recién paridas, para su arreo a las lecherías de los Malavassi., al norte del cantón.  Mi padre Valencia, era el mero encargado de esta noble misión, es por eso que habiendo nacido toda mi familia en las faldas de La Carpintera, mi padre  fungió 45 años  como administrador de las fincas y montañas, tanto él como  mis  hermanos y yo,  trabajamos mucho  en el lugar, es el motivo  para el basto conocimiento expresado en esta historia.  En esta casa o galerón en lo alto de la montaña, ( hoy el campo escuela Scout), ahí  vivía un señor de nombre Santiago, (su apodo era yuyos) con dos hijos varones, de los cuales muchos recordamos  a uno de ellos, era Javerxis por su especial manera de ser ante la sociedad de aquéllos dorados tiempos.

Como dato interesante de otro fundador del pueblo lo fue Pedro María Carrillo Solano, nacido en el año 1886 y que muy joven se estableció en lo alto de La Carpintera con su esposa Petronila Solano Brenes, este matrimonio son los padres de Rosenda y Hortensia (Mencha) Carrillo.  Don Pedro María inicio los primeros caminos con su única herramienta, cuchillo y garabato, para lograr los trazos que marcaran luego los caminos que hoy conocemos.  Fue pionero en la primera lechería que construyeron los Malavassi, montaña adentro en los potreros de Chirraca, donde hoy día brota una buena naciente de agua, aún ahí se encuentran muros de la antigua edificación, que con bueyes, caballos  y al hombro llevaron el ladrillo y otros para su construcción.  Esto pudo haber sido a inicios de los años 1910. Hoy día la finca la ocupa un restaurante y un tipo de recreación turística entre la montaña con actividad  de canopy entre otras diversiones.

De nuevo en ruta, tomando la derecha estaba el puente de la quebrada Carpintera  donde había tres casas.  Una de la finca de Santiago Malavassi, vivía Israel Quesada y su esposa  doña Mira con una familia nacida en este lugar. Don Israel era uno de los vaqueros de la lechería.  Al  frente entre otra quebrada la calle Bogarina, (nombre que ignoro su identidad), estaba la casa o rancho de Chepito  Sanabria quien era dueño de un terrenito  sembrado de café y vástago, este tenía una casita donde vivió por muchos años Juan Sanabria y su  esposa  Mina Montoya, posteriormente vivió ahí el conocido Macho (Santana), que vendía mangos a la entrada de clases en la escuela central. 

Aunque la calle Bogarina continuaba, y era la única forma de llegar a los potreros de las Hnas. Conejo, y otra entrada a la montaña; no contaba  para los años 1950 al menos con otras casas, hasta pasados los años 1970 se estableció ahí mi padrino Efraín (Bavin) Chacón y Juan Sanabria (Chureco), luego un criadero de cabras que tuvo Julio Muñoz hijo, pasando después Lelo Conejo a ser su dueño anterior al actual. También vivió ahí Tulio Ballestero (Atenea). Años más tarde en  1998 Rolando Pacheco compra a Lelo Conejo esta propiedad que hoy día es una bella quinta de recreo con el nombre de Finca La Carpintera. 

Cuenta con acceso vehicular  hasta la quinta  y luego continua aún el antiguo trillo, de  acceso a la finca Scouts  por su costado sur oeste, pasando por numerosas nacientes de agua y grandes arboledas de montaña que encierran la antigüedad de los Cerros. Al cuadrar nuestra  historia,  pegamos un salto de lo alto del cerro, nuevamente a la foto principal de referencia. Hablamos de esta esquina conocida últimamente como la esquina de Samuel, la esquina de la Ermita o bien la pulpería la Nueva Ola que fue en inicio de Carlos Mora, y su esposa Adela Jiménez, y posteriormente de Macho Robles. En nuestra última mención de familias nos encontramos viajando de nuevo de la pulpería o Ermita hacía lo alto o sur del poblado.

Cuadro de texto: Casa de Carlos Mora y su esposa Adela Jiménez, (posa en la foto)

Al lado derecho, encontramos la casa de Antonio (Ñico) Alvarado y su Esposa Virginia, luego Federico Sanabria (culeca) y su esposa Belén. Ahí mismo vivía Marco Tulio Calderón y su esposa Margarita Fonseca, luego existía un gran lote vacío lleno de grandes árboles de Sauce, y una fila de jocote, conjuntamente a esta propiedad estaba la casa de Carlos Mora y su esposa Adela Jiménez, seguido estaba la casa de Abel Calderón y su esposa doña Rosenda  Carrillo y luego la quebrada  Carpintera.

Al lado izquierdo la casa de José Zúñiga y su esposa  María Jesús (Susa) Gutiérrez, Lalo Sanabria y su esposa Rafaela, Juan Sanabria su esposa Mina y familia  (los chapas)  Seguido encontramos  la entrada  al caserío de los Gutiérrez y los Mora.  Estas numerosas familias se asentaron ahí desde los comienzos de la población de Carpintera y forman también un emblema inicial de los pobladores de mi bello barrio. Meldina,  José Gaciliano (Chano) y su esposa Carmen Soto Solano,  Arnulfo,  Abilio y  Jael Mora y su esposa Isabel Quesada y seguido los Gutiérrez:   José (Maqui) y su esposa Piedades Garita, y luego  José Antonio (Pirra), Tobías,  Rafael (Felo), Víctor y su esposa Margarita Villalobos, María Jesús (Susa),  Emilia, Luisa, Rafaela Catalina y Carmela,  todos de la gran familia Gutiérrez Brenes.  También  José Orozco y su esposa Ramona (Moncha)  Gutiérrez, y sus hijos  Cheviz, Mario,  y Flor Orozco. Estas familias  serán de gratos recuerdos  en el Carpintera Viejo, el actual y el del futuro, especialmente por su gran descendencia y  lugar donde habitan la mayoría, Calle los Gutiérrez y los Mora.

Pasando la quebrada Carpintera, seguían la casa de Miguel Jiménez y su esposa Ángela Bejarano, (mis padrinos de bautismo), Joaquín Sánchez y su esposa Dora Jiménez, luego la casa de Isidro (cumbo) Barrantes y su esposa Cecilia, Tico Conejo y Yolanda su esposa, y la casa de Toño (el peluquero) y su compañera Carmen Sanabria  hija de Nina Soto la partera del pueblo.  Siguiendo el mismo lado encontrábamos la entrada principal de la finca El Padre, y la casona donde vivió  Eduardo (Vallo) Sanabria y su esposa Argentina (Tina) Fernández, luego la casa de Don Francisco (Chico) Vargas y su esposo doña Ester Zúñiga, y ya por finales de los años 60’tas, construyó la casa Mey Vargas y su esposa doña Ángela Román,  donde hoy día gran parte de su familia habita en este mismo lugar.

Devolviendo la ruta pero siempre sumando el  caserío principal de esa calle, estaba después de la quebrada Carpintera al lado derecho, el portón de entrada principal de las fincas de Castro, ahí se le llamaba la vuelta del chumico, por tener un gran árbol de chumicos,  luego la casa de  Miguel (Beto) Durán y su esposa doña Fe Sánchez, la casa de Eduardo Picado (el negro) y su esposa Caridad Sánchez,  y  seguido estaba la gran casona de Manuel Sanabria y su Esposa Juana Martínez, luego la casa de Joaquín Conejo y su esposa Adela Sanabria, y la casa de Sem Martínez y su esposa Felicia Quirós,  luego la casa de don Anibal Sanabria y doña Mercedes Martínez, donde vivieron varios legendarios también del pueblo como Joaquín Quesada y su esposa Rafaela Nájera (la costurera) entre otros Ramón (Moncho) Calvo Calvo su esposa Martha Montero Soto con su familia. Moncho Calvo curaba males en una forma empírica con bebedizos a los que sus pacientes le mostraban fe y le visitaban para exponer sus dolencias o rarezas que amenazaban su tranquilidad.  Esta casa la alquilaban, después de que don Anibal y su familia pasaron a vivir al centro de Tres Ríos,  esto más o menos por los años 1970.

Casi cerrando el caserío, seguimos rumbo a lo alto y nos encontramos al final con el portón de salida o entrada de la finca Chingo de los Castro, y luego la propiedad y casa de Rafael Conejo y su esposa Leonor Conejo, hoy día sus hijos Roberto y Erasmo con sus familias,  habitan esta propiedad. Al frente de ellos la finca El Padre y en la última parte de este cafetal,  que se llamaba el Pedregal, había una casa en la que vivió por muchos años Emilia Alvarado con su familia, hoy día es gran parte de un  Cementerio Privado. Y por el  costado sur oeste de los Conejo, en la finca de los Castro, había una casa donde se llama aún el Bosque, con sus nacientes de agua. En esta casa vivió por muchos años un señor que solo le conocí como Cholo Meneses (Leona, su apodo) y su esposa era de nombre doña Lola.  Años más tarde al desaparecer esta pareja, vivió ahí Rafael Molina y su familia.  Esta casa vieja de finca llamada la casa del bosque, tenía su historia por sus antiguos moradores, Cholo leona y Lola.

Es así, como terminamos la lista de familias antiguas que poblaron Carpintera, antes de los años 1925, a sabiendas que antes de esta fechas posiblemente indígenas sin registros, fueron también habitantes de esta comunidad que ya su nombre figuraba en la historia,  y donde el gran honor es saber que aunque hoy su población y viviendas se ha expandido, todavía encontramos descendencias grandes de apellidos fundadores de un pueblito entre cerros, barriales y riachuelos, del que el progreso ha cambiado por paredes de cemento en vez de cercas de alambre,  por solares cementados de viviendas y árboles extinguidos,  en lugar de cafetales y potreros,  los trillos y  caminos de barro por asfalto, y la calle de Pizabarros por una Autopista de incontable tránsito vehicular día y noche, donde sus gentes de a pie y carretas, hoy viajan en sus vehículos, donde el rugir de los árboles en tiempos de viento, fue cambiado por sonidos de cables,  techos de zinc y pitoretas en vez de las tejas,  puertas  y ventanas  amarradas con un mecate.  

Las cristalinas aguas de las quebradas con sus posas que invitaban al deleite de  un baño en cada una de ellas por sequias contaminadas con aguas residenciales sin control ni conciencia,  desaparecido  el rugir de una carreta  por las empedradas calles, lo mismo que  al despertar por las madrugadas  en nuestros tiempos cuando escuchábamos el canto de los gallos y el bramar del ganado en el potrero de Castro o de Ricardo Sanabria, o bien  el galeón de Tío Vallo o de Juana Martínez, hoy día solo escuchamos los sonoros y contaminantes rugidos de los vehículos a gran velocidad.  Pocos son los rinconcitos sanos que nos quedan  de nuestra bella  Carpintera que nos vio nacer y que solo los encontramos al pie de los cerros, siendo tentados a la invasión habitacional y hasta por la explotación comercial que hoy día amenaza  lo que nos queda de montaña, triturando o casi exterminando las nacientes de agua.

Una comunidad, que  por del trazo de la carretera Florencio del Castillo, no solo dividió el poblado sino que lo exterminó del mapa, la Ermita, (hoy día el Tunel) la Calle Piazabarros, (hoy día pasa la autopista) y muchas casas y fincas, donde cambió totalmente lo que fue un pueblo contribuyente a la agricultura de ganado y café de nuestro cantón, convertido por el progreso  en una  enorme sede habitacional, donde sólo queda en el recuerdo de algunos veteranos de la época,  o escritos que nos conduzcan a la realidad de cómo fue mi pueblo, Carpintera.

Como una mención de grata historia, entre los años 1950 y hasta finales de 1965 en Tres Ríos centro se recogía la basura en carreta.  Juancito Vargas (el basurero, como se le decía) recogía la basura muy de mañana y hacía de uno a dos fletes al botadero que para los tiempos de esta historia eran en las fincas de los Castro, La Magnolia, la Finca León, la Finca Santillos, y por último en el potrero, pasando la entrada del Chumico. En estos lugares se hacían grandes zanjas y la carreta de Juancito depositaba ahí la basura, se le roseaba cal, y se tapaba. De manera que los habitantes actuales de estos residenciales, de Estancia Antigua, Residencial La Carpintera y donde hoy día esta Barrio el Pilar y el residencial Cinco Estrellas, no  podrían extrañar si al hacer un hueco en sus terrenos, encontraran  muestras de lo que fue, los basureros de Tres Ríos. Esta práctica se usaba además de lugar para depositar la basura, como abono para las plantaciones, ya que una vez tapada se le sembraban matas de vástago y café, o bien convertirlos en terrenos abonados para preparar almacígales de café, y al tiempo en productivos cafetales.

Agrego casualidades que engrandecieron el pueblo y también como de gran importancia y signo de curiosidad, que gran parte de los matrimonios de los hijos de los fundadores fueron con parejas del mismo caserío.  Como por ejemplo Raúl Conejo y su Hermano Melo, hijos de José y Chula, se casarón con Isabel la de Chano Salas y Elena,  y Lila Calderón hija de Pastora mujeres del mismo caserío, Flor Meneses hija de Bolibar Meneses y Virjita Coto, se casó con Marcelo hijo de Rubén Ramírez y doña Tina, Antonio Coto  (Ñico,  hijo de Rafaela Coto, esposa de Toño Otárola) se casó con Virginia Delgado hija de Abel y doña Pola, Manuel (Melico mi hermano)  Aguilar hijo de Valencia se casó con Arabela Quesada hija de Malaquiel y doña Lola Chacón, Rogelio Ramírez hijo de doña Ester Ramírez se casó con Mercedes Quesada hija de Joaquín Quesada y Rafaela Nájera,  recuerdo además, Reynaldo Sanabria hijo de Vallo y Tina, se casó con Flor la de Mey Vargas, Jael Mora se casó con Isabel Quesada hija de Joaquín Quesada y doña Rafaela Nájera, Estrella Aguilar mi hermana se casó con Claudio (cuyo) Chaves hijo de Miguel Chaves y  Benigna (Nina) Soto, Jaime Salas hijo de Chano y Elena, se caso con Socorro Ramírez hija de Rubén y doña Tina,  Cristina Zeledón Brizuela hija de Fidel y Rosa, se casó con Alberto Carrillo hijo de Clemencia (Mencha) Carrillo. Virjita Quesada hija de Israel  y doña  Ermida (Mira), se casó con Carlos Quesada hijo de Ramón (Moncho) Quesada hijo de Malaquiel y doña Lola,

Jorge Sanabria hijo de Juan y doña Mina, se caso con María Eugenia (Maruja), hija  de Ricardo Sanabria y doña Juana los de la pulpería, Andrés Vargas hijo de Mey Vargas  y doña Ángela  se casó con Miriam Barrantes hija de Isidro (Cumbo) y doña Cecilia (Chila), Martín Quesada hijo de Joaquín y doña Rafaela Nájera, se caso con Soledad Sanabria hija de Juan y doña Mina, Víctor Calderón hijo de Abel y Rosenda, se casó con Margarita Sanabria hija de Juan y doña Mina, lo mismo que Rodrigo Picado (cacique) se caso con una hija de Ricardo Sanabria y doña Juana, los de la pulpería, Antonio (Toño) Chaves se casó con Lía, hija de Emilia Alvarado, Rodolfo Molina, se caso con Inmaculada Mora,  hija de Chano  Mora y Carmen Soto, Luis Calderón (Wicho) hijo de Abel y doña Apolonia (Pola) se casó con Elizabeth (Eli), hija de Leví Sánchez, Nano (Perrito)  hijo de Pedro Conejo y Antonia (Toña)  casado con María Sanabria la de Ricardo y Juana los de la pulpería, lo mismo que su hija Inés se caso con Rodrigo Picado hijo  de doña Oliva, también José Ángel Ramírez (el Negro hijo de Ester Ramírez) se caso con Marta Jiménez hija de Pastora.  Y  así otros más que escapan de mi mente, pero que demuestran el crecimiento habitacional, que por su unión matrimonial y familiar, sin duda alguna nos resalta  la historia que Carpintera es un pueblo de familias antiguas, conocidos, amigos y fundadores de esta bella comunidad, que aunque aumentada por su progreso, y disminuida por la división  de una carretera, sigue siendo un pueblo de grandes hombres y mujeres que sabrán valorar y conservar  las  raíces de sus antepasados.

Gran parte de los personajes de esta inolvidable fotografía, aun viven ahí, en Carpintera, un pueblo digno de resaltar su historia en todos los  tiempos.

Pensamiento del escritor: (Derechos Reservados) Autor Luis Valencia/2012

Como quiero yo a mi pueblo.

Yo quisiera que mi pueblo, fuera como antes.  Con calles de piedra y tierra, transitando  carretas en vez de autos, con cafetales y arbustos llenos  de flores y frutas, con ríos claros  y pozas en verano, y de fuertes crecidas en el invierno.

Yo quisiera que mi pueblo fuera como antes,  las mujeres de vestidos largos y trenzas en sus cabellos, los  hombres con sombrero que caballerosos decían; las damas son primero.   De aquellos niños descalzos y las niñas con muñecas jugando de casita, en un moledero viejo con tierra, hojas y barro.

Yo quisiera que mi pueblo, fuera como antes.  Que al escuchar las campanas o la sirena del teatro,  se regocijaba todo el pueblo; y al anunciar un partido por el día o una retreta por la noche, la plaza se abarrotaba, la gente salía de su casa.

Yo quisiera que mi pueblo fuera como antes. Que la gente se miraba y con su sonrisa amable, era como mirar al cielo con sus nubes azuladas.

Yo quisiera que mi pueblo, fuera como antes, pero no se puede.  Por ahora solo me queda vivir de la historia y regocijarme en ella, pensando que tal vez,

yo fui un aporte para que se escribiera.

Yo quisiera que mi pueblo, siga siendo mi pueblo.

Luis Aguilar “Valencia” Nació en Carpintera el 19 de Julio de 1951. Una historia real, escrita para Crónicas de La Unión. Suplemento Cantonal, diciembre del 2012. Fotografías recopiladas.

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