• País enfrenta brotes en diferentes localidades del país y que se refleja en un aumento leve sostenido en hospitalización en las últimas dos semanas.
• Ante la situación actual que vive el país se deben fortalecer las medidas de prevención en las familias buscando proteger a la población adulta mayor, la más vulnerable a esta pandemia.
• La vacuna viene a ser un factor de prevención más.
El seis de marzo de 2020 inició la página de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 en Costa Rica, lo cual llevó al país a escenarios inimaginables en los cuales aprendimos como sociedad la importancia de la unidad, la solidaridad, la disciplina y las buenas prácticas de la organización y la coordinación interinstitucional.
Luego de momentos importantes de transmisión que se fue observando en diferentes partes del país, iniciamos el 2021 con un escenario disminución de casos nuevos diarios, lo que para algunos generó la falsa percepción que el virus ya no estaba presente. Algunos pensaron que ya el país no estaba en pandemia.
Situación lejana a lo que realmente es el comportamiento de una pandemia. La pandemia continua más activa que nunca y los centros médicos de la Caja no han dejado de atender personas que demandan atención por la covid. Las hospitalizaciones que bajaron en algún momento, en las últimas dos semanas de marzo presenta un aumento leve continuo. Las camas de UCI se mantuvieron ocupadas y todos los días muchas familias perdieron un ser querido por esta enfermedad.
La vacunación contra la covid que comenzó en diciembre del 2020 ha sido una buena noticia, pero suma al arsenal de herramientas de prevención en la lucha contra esta enfermedad. La vacuna suma como factor de prevención y mitiga severidad de la enfermedad, no así el contagio.
La doctora Guiselle Guzmán Saborío, jefa del Área Salud Colectiva de la CCSS, comenta que a partir de publicaciones científicas se maneja la hipótesis de que posiblemente estamos ante un virus que se comporta de forma estacional.
“La comunidad científica mediante análisis de las epidemias ocurridas desde 1918 a la fecha incluyendo al SARS-CoV-2, ha observado que las pandemias tienen una duración aproximada de dos años, se han presentado en fases u oleadas, tomando fuerza en la época lluviosa y disminuyendo significativamente con el verano, por lo que también es probable que el virus se vea afectado por las altas temperaturas” explica la epidemióloga.
Comenta que en la época de verano prevalecen actividades al aire libre donde hay un mayor distanciamiento y se reduce el contacto en espacios cerrados, situación que en época de lluvia no es posible.
Escudo de protección
Frente al panorama de este comportamiento de la pandemia es importante mantener en todo momento las medidas de protección ya conocidas, indica la doctora Guzmán Saborío.
“La vacuna viene a ser un factor de prevención más. Los resultados de los estudios demuestran eficacia en la reducción de la covid severa y en la reducción de la mortalidad, pero no existe aún evidencia de que las vacunas prevengan la trasmisión o el contagio y la infección. Adicionalmente, si bien el proceso de vacunación avanza, aún estamos lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño” agrega la especialista.
Se deben mantener las medidas de protección conocidas como el lavado de manos, distanciamiento físico y el uso de mascarillas, a partir de los estudios científicos disponibles, las cuales ha mostrado un efecto protector en cortar la transmisión del virus.
“Los adultos mayores y las personas vulnerables con síntomas respiratorios siempre deben utilizarla, aunque ya hayan sido vacunados contra COVID-19. La evidencia científica arroja que el uso de la mascarilla reduce los contagios en espacios cerrados y en espacios abiertos donde haya aglomeración de gente, como lo es una playa o la montaña” complementa la doctora Guiselle Guzmán.
Al uso de la mascarilla, además se suma el lavado frecuente de manos con agua y jabón, aplicar los protocolos de tos y estornudo, así como el distanciamiento entre una persona y otra.
Protección Intergeneracional
Ante la situación actual que vive el país, con brotes en distintas localidades del país, no nos da pie para bajar la guarda, afirma la doctora Guzmán Saborío, y más bien es una oportunidad para fortalecer las medidas de prevención en las familias buscando proteger a la población adulta mayor, la más vulnerable a esta pandemia.
“Con el paso de los meses se ha evidenciado que nuestros adultos mayores son los que tienen una mayor probabilidad de complicaciones y de fallecer, frente a las personas de otros grupos de edad. Hemos identificado que en algunas ocasiones presentan síntomas atípicos a las infecciones respiratorias que conocemos y al contraer la enfermedad, se manifiestan síntomas como náuseas, vómitos, mareos, pérdida de orientación, dolor de cabeza, lo cual nos debe mantener alertas para llevarnos oportunamente al servicio de salud, pues cuando se lleva tardíamente esa persona ingresa a una Unidad de Cuidados Intensivos y la posibilidad de salir adelante y recuperar su salud, disminuye significativamente” señala la especialista de la CCSS.
Tener en cuenta aspectos como la familia intergeneracional, donde conviven en un mismo techo niños, adolescentes, adultos jóvenes, adultos y adultos mayores, se hace fundamental. “Debemos de extremar las medidas de protección, sobre todo cuando: se acerca las vacaciones de Semana Santa, se reactiva el turismo, el pasear, las actividades familiares y sociales, los jóvenes empiezan una vida social más activa, los adultos que salen a trabajar y la introducción de las lluvias, promueven un ambiente que es propicio para los contagios si descuidamos las medidas de prevención, concluyó la doctora Guiselle Guzmán.