Tesoro domingueño es el nuevo patrimonio histórico-arquitectónico de Costa Rica

  • Edificio histórico de la Escuela Félix A. Montero Monge posee influencias neoclásica y Art Decó que lo hacen singular
  • Aún sin declaratoria, recibió una respetuosa y acertada intervención en 2013, que denota respeto y aprecio por el patrimonio construido

Edificio histórico de la Escuela Félix Arcardio Montero Monge, ubicada en Santo Domingo de Heredia, nuevo patrimonio histórico-arquitectónico del país. Foto: C. Fallas-CICPC.

Santo Domingo, Heredia, 26 de febrero de 2024.  Costa Rica sumó un nuevo inmueble patrimonial a su lista: el edificio histórico de la Escuela Félix Arcadio Montero Monge, ubicado en Santo Domingo de Heredia, recibió mediante el decreto ejecutivo N°44285-C no solo este reconocimiento, sino también la protección legal que implica su reciente declaratoria como Patrimonio Histórico-Arquitectónico.

Pasó más de una década y cuatro administraciones -desde 1926, en la segunda presidencia de Ricardo Jiménez Oreamuno, hasta 1940 al final de la presidencia de León Cortés Castro- para que concluyera la construcción de lo que se proyectó como uno de los mejores edificios del país, dada su escala para la época, su fuerte estructura de hierro acerado y paredes de concreto; así como la estética de su diseño con influencias Art Decó y Neoclásica. 

Según una publicación del 23 de noviembre de 1927, en el desaparecido periódico Diario de Costa Rica, el director del centro de enseñanza, impresionado por los cimientos recién construidos del edificio, los calificó como: “fuertes y apropiados para recibir la gran estructura de hierro que llevará la escuela y que se ha encargado a Europa y que será una de la mejores de Costa Rica.”

El estudio de declaratoria elaborado por los profesionales del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, destacó que la obra tiene el rasgo excepcional de ser el resultado de un proyecto compartido, producto de dos diseños constructivos hechos por diferentes profesionales. 

Los volúmenes laterales, construidos en estilo neoclásico, fueron planteados por el ingeniero estadounidense Vincent Edwards Gregg; mientras que el cuerpo central, dominante del conjunto edilicio, fue una propuesta del arquitecto José María Barrantes.

Imagen: Diseño del Arq. José Ma. Barrantes Monge, de octubre de 1933, que fue el que prevaleció al final de la obra en el cuerpo central del edificio, y que lo convierte en un bien muy singular estética y arquitectónicamente. Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica citado en estudio de declaratoria.

“Esto contribuye a resaltar su valor histórico, pues Barrantes fue un profesional que concibió y dirigió decenas de obras arquitectónicas que hoy son baluarte de la identidad cultural de los costarricenses”, expresó Carlos Luis Fallas Pastor, historiador y coautor de la investigación. “Esta conjunción de conceptos, culturas, cosmovisiones de ambos profesionales de la construcción, dio al inmueble particularidades estéticas que desde entonces no pasan desapercibidas”, agregó.

Se consideró que el antiguo edificio tiene un gran valor histórico por estar construido con técnicas y materiales en desuso, así como, contar con noventa años de existencia en muy buenas condiciones, lo que lo hace un testigo extraordinario de su época constructiva.

Los profesionales del Centro de Patrimonio también concluyeron que posee un gran valor contextual, pues junto con la Basílica de Santo Domingo y la plaza al frente, define urbanísticamente al centro de la ciudad, además de ser un hito referencial cultural y urbano por su función y su estilo arquitectónico.

También posee un gran valor simbólico para la comunidad de Santo Domingo, lo cual se sustenta doblemente: tanto en las vivencias en sus aulas de miles de habitantes locales, como por la preminencia que tienen el volumen y el estilo del edificio en su medio urbano. Posee, asimismo, gran valor cultural, dado su aporte al capital cultural del distrito, del cantón y del país; pues generaciones de domingueños han pasado por sus aulas durante más de noventa años.

Para los profesionales el edificio escolar es un hito referencial de la identidad cultural domingueña, “por haber sido desde hace nueve décadas el principal polo de la educación cantonal en el que muchas generaciones cursaron la educación primaria en el marco de una edificación distinguida por la estética, el estilo, el volumen y la escala.”

Finalmente, el estudio determinó que los pabellones construidos hacia el costado sur de la propiedad en la década de 1960 y años posteriores, “no alcanzan en la actualidad un valor histórico-arquitectónico relevante, pero, sobre todo, no perjudican el valor patrimonial del edificio histórico que sí lo tiene”.

Una elegante fachada que mezcla arquitectura neoclásica y Art Decó. La fachada más importante del edificio es la norte, pues es donde se encuentra el acceso principal al centro de enseñanza. Está compuesta por tres volúmenes: dos de una sola planta, los cuales están en un segundo plano y albergan las aulas del kínder al oeste y de la escuela al este. En el primer plano, sobresaliendo por su mayor altura, se encuentra el salón de actos con un pórtico que permite el acceso a ese sector.

Foto: Sección superior del volumen central donde se aprecia la influencia Art Decó que le imprimió José Ma. Barrantes al proyecto. Por C. Fallas-CICPC.

“En este volumen se puede apreciar la influencia del Art Decó que José María Barrantes imprimió con sus detalles lineales, recuadros repetidos y los escalonamientos, entre otros elementos.  Todo esto se pueden catalogar dentro de la variante de este estilo que surgió en la década de 1930, conocida como Streamline Moderne, la cual incorporó interpretaciones de antiguas culturas”, planteó la arquitecta Verónica Solórzano, encargada de la investigación.

“Enfatizando el estilo neoclásico de la edificación, se aprecia al centro de los volúmenes laterales donde están las aulas, un frontón que enmarca los accesos a cada uno de estos, soportados por columnas con capiteles dóricos y fustes lisos. Además, se observan pilastras entre cada uno de los paños de ventanas de las diferentes aulas, las cuales también poseen capiteles dóricos y fustes lisos. Otro elemento que se nota y que hace referencia al neoclásico, es el uso de una gran cornisa a nivel de techos, la cual bordea la totalidad del edificio”, agregó.

En definitiva, la escuela se caracteriza por la ornamentación de su fachada principal, resultado del diseño del Arq. Barrantes y la ejecución cuidadosa de la obra por parte de los constructores, lo cual la realza visualmente.

La arquitecta del Centro de Patrimonio Cultural destacó otros elementos de la ornamentación, como: las molduras de formas orgánicas que rematan los frontones de los pórticos; el encaje en madera colocado en la parte superior de cada pared exterior, los arcos dobles, la piedra utilizada como base del edificio y los copones que rematan las columnas de la fachada principal.

Intervención respetuosa del edificio histórico. Una de las conclusiones a las que llegó la investigación por parte de los profesionales en Arquitectura e Historia del Centro de Patrimonio Cultural, es que “el edificio antiguo de la Escuela Félix Arcadio Montero Monge ha sido preservado en su estructura original desde la década de 1930, pues no ha sido significativamente intervenido desde entonces y ha recibido un mantenimiento óptimo que ha permitido su preservación y conservación hasta la actualidad, evidenciando un sólido valor de autenticidad”.

De hecho, una década antes de esta declaratoria, se le realizó una intervención integral que incluyó reforzamiento estructural, restauración arquitectónica y cambio del sistema electromecánico; no obstante, la intervención fue muy respetuosa con el edificio, logrando devolverle la apariencia original en algunos de los elementos que poseían alteraciones importantes, lo que desmeritaba su apreciación arquitectónica y atentaba contra su preservación, debido a que contaba con un elevado grado de deterioro en la mayoría de zonas.

Según el informe de obras de restauración del año 2013, anteriormente todas las ventanas externas habían sido sustituidas por otras con marcos de aluminio anodizado de color gris. Estas fueron retiradas durante la restauración, reproduciendo en su lugar otras de similar diseño a las originales encontradas en pasillos y en balcón frontal sobre el ingreso principal, lo cual fue confirmado mediante una investigación en el Archivo Nacional realizada por la empresa contratada para este trabajo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *