Historia de esperanza en el Max Peralta: Egresa tras 165 días hospitalizado por distrés severo por covid-19

• Ingresó en octubre 2021 y egresó el pasado 5 de abril.
• Requirió de soporte extracorpóreo para oxigenar, remover el dióxido de carbono y mantener las funciones vitales.
• Hospital tiene capacidad para atender 2 soportes extracorpóreos simultáneos.

Un paciente que llevaba 165 días hospitalizado tras padecer distrés severo por covid-19 logró salir de la UTI del hospital Max Peralta de Cartago para reunirse con su familia tras permanecer meses en el centro médico en estado crítico. 

Richard es un paciente de 41 años, vecino de Tres Ríos, que se contagió por covid-19 en octubre del año anterior, tras varios días sin respuesta a los medicamentos, con agitación y saturaciones de oxígeno muy bajas, decidió acudir al hospital Maximiliano Peralta por atención. 

El 22 del mismo mes fue internado y a pesar de que la familia creía que se trataba de algo leve, porque era una persona saludable, la estancia se fue alargando.

Doña Viviana, esposa de don Richard, recuerda que vivieron momentos de mucha angustia, que no fueron nada fáciles “Lo llevamos al hospital donde fue abordado inmediatamente, tras un cultivo notaron la presencia de un hongo y lo medicaron, pero al no responder a los medicamentos procedieron a intubarlo y ocho días después ya iba para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con un procedimiento muy invasivo y de alto riesgo”. 

El doctor Saúl Rodríguez Sánchez, uno de los médicos intensivistas del centro hospitalario, comentó que se trató de un nuevo caso de distrés respiratorio en paciente adulto, asociado a covid-19, donde la función pulmonar quedó totalmente invalidada (se pierde la capacidad de transferir gases) y ameritó que se colocaron dispositivos de soporte extracorpóreo para oxigenarlo, remover el dióxido de carbono y mantener las funciones vitales mientras el proceso de severidad pulmonar se recuperaba. 

El daño pulmonar era tanto, explicó el galeno, que aun con el ventilador mecánico apagado el paciente hizo neumotórax, eso significa que se “desinfla el pulmón”, una complicación que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente con apoyo de los cirujanos del hospital Calderón Guardia. 

El Síndrome de Distrés Severo por covid-19, es una afección potencialmente mortal, que cursa con una importante alteración en el intercambio gaseoso a nivel pulmonar. 

Se podría decir que es de los casos más severos, porque llegó a necesitar el “top” de atención que es colocarlo en una máquina de soporte extracorpóreo, incluso porque ameritó servicios fuera del hospital (cirugía de tórax y cuidado intensivo del hospital Calderón Guardia). Después de la cirugía tuvo que estar 40 días en un proceso de rehabilitación, soporte nutricional y con terapia respiratoria, antes de separarlo del ventilador mecánico. 

“La idea era que volviera a respirar por sí mismo, pero es un procesopaulatino y lento porque en enfermedades tan severas se pierde la masa muscular y la falta de acondicionamiento físic dificulta el proceso”, reseñó el especialista. 

Doña Viviana, recuerda que una vez al llegar a la UTI la atendió alguien que le dijo que confiara, que su esposo iba a estar muy bien cuidado y que harían lo posible para sacarlo adelante, “esas palabras me dieron mucha confianza, máximo porque aprendí que muchos salían de estas circunstancias, aunque los avances eran lentos y había que armarse de paciencia”. 

En otra ocasión, durante el tiempo de visita, le indicaron que Richard tenía la presión muy baja y pudo ver cómo el personal corría, hacían consultas y se esforzaban por darle todo lo que necesitaba.

“Yo estaba muy asustada y decidí dejar todo en manos de Dios. Entendí que yo no podía hacer nada por él y le pedí a Dios, que todo lo puede, que nos hiciera un milagro, no solamente por mí, sino por mis hijos que necesitaban mucho a su papá. Pasé los días con mi confianza puesta en Dios y en estas personas, en su capacidad, porque son excelentes. Algo que nunca olvidaré es que cuando Richard había logrado alimentarse por sí mismo y ya lograba comer de todo, le preguntaron si se le antojaba alguna cosa y pidió su hamburguesa favorita. Ese día el personal le mandó a traer el combo completo, usando sus propios recursos. Otras veces le encendían el televisor y le ofrecían otros gustitos, para que el ambiente fuera más acogedor. Esos detalles me sorprendieron mucho, porque considero que además de que no está en sus funciones, él era un desconocido para ellos, pero eso no importaba, lo hacían con todo el cariño, para motivarlo. También me dieron un permiso para traerle comida hecha en la casa, y me daban un reporte detallado de lo que sucedía y de lo que era “normal” para su caso, lo cual me tranquilizaba mucho… ¡Eso se agradece por siempre!”.

Doña Viviana asegura que no había tenido experiencias con hospitalizaciones, pero en la UCI supo lo que era una “cultura de mucho carisma”. A las personas que están afrontando situaciones similares quiero decirles que la esperanza es lo último que se pierde, que no pierdan la fe y al personal del hospital, en especial al de la UCI, quiero recordarles que lo que hacen por la gente no es normal, son muy especiales y tal vez no se dan cuenta, pero con sus acciones hacen que el lugar sea muy diferente a lo que una se imagina. Al igual que en el resto del hospital, en la Unidad de Cuidados Intensivos los retos son parte del día a día.

El doctor Rodríguez que fue parte del equipo que lideró el proceso de atención, no ocultó su emoción al decir que es una enorme satisfacción ver que un paciente tan grave que ameritó cuidados de tanta gente del Max Peralta y hasta acompañeros del hospital Calderón Guardia, en todas las disciplinas, pueda recuperarse y devolverse a su casa.

El 20 de mayo anterior, el centro hospitalario vivió una historia similar con un paciente de 38 años que venció sus complicaciones tras 5 meses de internamiento y 4 meses unido a un soporte extracorpóreo y durante el día de hoy egresa otra persona. El hospital ya acumula cinco años de experiencia en el manejo de sistemas pulmonares de este nivel, y tiene capacidad para manejar 2 casos simultáneos con la terapia, un servicio complejo que brinda múltiples modalidades de soporte: renal, ventilatorio, oxigenación y monitoreo.

El doctor Guillermo Mendieta Ramírez, director interino del centro hospitalario, reconoció que el caso de Richard es un verdadero ejemplo de lucha y esperanza. Dijo sentirse muy orgulloso y agradecido con el personal, por el nivel de especialización que han alcanzado, por la capacidad instalada y el trato cordial que ofrecen, al tiempo que agradeció a la comunidad cartaginesa por la confianza que depositan en la CCSS.

El equipo humano que interviene en estos procesos es muy amplio, para un solo caso podría requerirse de médicos intensivistas, terapeutas respiratorios y físicos, enfermeros especializados en cuidados críticos, cirujanos de tórax y vasculares periféricos, neumólogos, microbiólogos, médicos de rehabilitación, nutricionistas, psicólogos, farmacéuticos y muchos otros, que se van incorporando de acuerdo con las necesidades de cada paciente, incluyendo al personal administrativo con sus múltiples labores. 

El día que Richard egresó, lo hizo en medio de aplausos, risas, música, oraciones y hasta el llanto de alegría de sus seres queridos que lo acompañaron mientras descendía los tres pisos, hasta el lugar donde los esperaba el personal de transportes, y un equipo de expertos que lo llevarían hasta su casa. 

Hoy Richard se recupera al lado de su esposa y sus dos hijos, que son su gran motivación para enfrentar una importante etapa de rehabilitación.  

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