La Carpintera: una zona protegida que grita para no desaparecer

Fotografía Leonardo Jiménez Campos

Por Leonardo Jiménez Campos

Desde el balcón del edificio municipal o de cualquier lugar paralelo a la autopista Florencio del Castillo, podemos observar como poco a poco las faldas de los cerros de La Carpintera son ocupadas por estructuras habitacionales. Todo, en contraposición con nuestra legislación constructiva, informes de la Comisión Nacional de Emergencias y normativa de nuestro Plan Regulador Urbano vigente.

Poco a poco, día a día observamos quemas, árboles y vegetación eliminada y materiales de construcción subir lentamente pero implacable amenazando el último reducto verde del Gran Área Metropolitana.

Lo que aun vemos verde y realmente protegido, se mantiene gracias a que varios propietarios se han sometido a lo que establece el Plan de Manejo. Los árboles, vegetación y biodiversidad que aun observamos lo podemos hacer gracias a esos propietarios que han limitado voluntariamente sus derechos constitucionales sobre su propiedad para proteger este bello monumento natural.

Los daños a todas luces denunciados por años tanto por vecinos como por organizaciones ambientalistas son notorios y continúan. La lentitud e inacción de las autoridades competentes se convierte en cómplice y enemigo de quienes queremos que las próximas generaciones admiren los cerros de La Carpintera.

La causa de su destrucción e incumplimiento de la normativa se fundamenta en la carencia de políticas que doten a familias de terrenos aptos para vivienda, en un cantón cuya plusvalía va en aumento. Se condena a familias de escasos recursos a edificar sus viviendas en zonas no aptas para la construcción y alta vulnerabilidad ambiental, simultáneamente, se condena a la zona protectora a ser carcomida poco a poco por la presión y expansión urbana.

En tanto todo ocurre la Municipalidad de La Unión se convierte en testiga: muda, sorda, ciega y cómplice del desorden urbano y ambiental que aumenta en la zona…

Requerimos de mayor articulación de parte de las instituciones y acciones que permitan solventar dos problemas que se han convertido en inmanejables, el primero la necesidad creciente de vivienda y el segundo el como generar iniciativas productivas que den sostenibilidad y estímulo de conservación a los propietarios.

En este campo el Gobierno Local debe asumir el liderazgo, planteando propuestas y gestando soluciones. La inacción de las autoridades municipales ha sido cómplice directo que condena hoy a los cerros de La Carpintera a convertirse en el corto plazo en una enorme urbe construida sobre suelos inestables donde germinarán problemas sociales. Si de verdad queremos proteger lo que nos queda requerimos acciones contundentes ya. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *