Por Carlos Sancho Villalobos
Inaudito. Así califico el acto que da pie al corte del servicio de agua potable por falta de pago a la Casa de la Cultura, propiedad municipal conducida por una Junta Administrativa nombrada por la misma municipalidad.
Si bien es cierto la institución después de los decretos ejecutivos que dan por finalizada la pandemia en nuestro país, debe empezar a cumplir con los cortes del líquido a los morosos, también es cierto que debe ser razonada en la toma de sus decisiones.
En la Casa de la Cultura una serie de profesionales cada uno en su ramo brinda lecciones a habitantes del cantón sobre diversos oficios, que una vez adquiridos potenciarán a los alumnos para emprender y convertirse en empresarios.
La medida que tomó la alcaldesa en ejercicio es aparte de inaudita completamente irracional por ser parte la Casa de la Cultura de su misma propiedad y da la amarga sensación de que como bien lo apunta Responsabilidad Ciudadana “en manos entonces de quienes están los intereses de esta comunidad”.
Podrán reinstalar el servicio ante la “metida de patas”, pero la toma de la decisión evidencia desconocimiento y mala fe para aquellos que administran y los que se forman en el inmueble bajo la tutela de los docentes.
Y sin rodeos, ya es tan evidente lo negativo que estamos experimentado con el paso del tiempo bajo la administración de la actual Alcaldía Municipal, que quiera Dios no contemplen intenciones de reelección inmediata.