Por: Leonardo Jiménez Campos
Si tuviésemos que resumir en una palabra la belleza arquitectónica y decoración del templo de San Diego lo resumiría en Impresionante. Una sobria estructura externa con líneas hacia el cielo, que se funde mágicamente con la majestuosidad de su decoración interna.
La obra refleja buen gusto por el arte, un diseño que permite a quien asiste a una actividad religiosa se sienta inmerso y a la vez parte de la ceremonia.
En cuanto a capacidad de acoger gente es el más grande del país. 1700 personas pueden observar y vivir la liturgia desde cualquier punto de la amplia sala. Solo el hecho de estar dentro, hace que surjan sentimientos de libertad y espiritualidad, una joya arquitectónica llena de simbolismos y gran belleza pictórica.
“El ingreso emula el túnel de la vida, la experiencia de pasar de la vida externa o mundana a un encuentro con lo divino. Una opción diferente de vida. Luego de la entrada, siete gradas que bajan y se es acogido por una asamblea donde todos somos iguales y todos nos vemos la cara. La asamblea converge hacia la palabra y hacia el alimento, no se puede vivir sin palabra y sin alimento representado en este caso en el altar” detalló el Pbro.Edgar Muñoz párroco de San Diego en el momento de la construcción.
La pila bautismal frente al último peldaño invita a bajar siete gradas para luego subirlas y ubicarse frente al altar. Existen además dos secciones: la penitencial y la eucarística, al fondo la capilla del Santísimo y una sala de la reconciliación donde se pueden reunir 20 personas.
“En las obras pictóricas se tardó dos años y dos meses y estuvieron a cargo de los pintores Paúl Damian Armesto y Vernon Graham. El costo de las pinturas se pagó con salarios, el arte no lo cobraron hubiese sido imposible pagarlo” indicó el sacerdote.
La obra en cemento inició el primero de agosto de 2005 y fue dada por concluida el 12 de noviembre de 2011 con su consagración, tuvo una inversión aproximada de 683 millones de colones.
“Se piensa agregar otros elementos para dar unidad a todo el templo. Una nueva obra a pintar sería el Juicio Final y la colocación de vitrales. La gente de San Diego ha sido muy generosa del total invertido 400 millones los aportó la comunidad y el resto lo dieron empresas con aportes deducibles del impuesto a la renta. Solo hubo tres bingos y el resto fue cinquitos, pesetas, apoyo y orden. Soy muy cuidadoso del dinero que aporta el pueblo” concluyó.
Majestuosa
*ENTREVISTA realizada luego de su inauguración