Si la gente de bien, de principios y valores, se queda en la casa sin hacer nada… los corruptos aplaudirán frenéticos, sin nadie que se les oponga.
No es una decisión fácil prestar un buen nombre y exponerlo en política, pero dichosamente aún hay valientes.
Esperemos que cada propuesta, encierre una genuina intención de amor por nuestra maltratada Patria.
Que la honorabilidad, la decencia, la honestidad y franqueza, sean valuarte de los candidatos y exista finalmente conciencia por las necesidades de los económicamente menos favorecidos.
Que llegue a Zapote y Cuesta de Moras, la vergüenza por la traición a principios y valores muy costarricenses que nos han querido imponer, pretendiendo desnaturalizar nuestra forma de vida.
Que aflore un sentimiento de auténtica Justicia Social, que acabe con odiosos privilegios para unos pocos y brinde oportunidades a Pymes, emprendedores y trabajadores independientes.
Que se dejen de seguir fundamentos importados y recurramos a la escencia tica para resolver muchos problemas, con solidaridad y buscando el bien común.
Que Dios nos conceda claridad de mente, para no seguir lucesitas brillantes que se apagan en el poder y podamos distinguir a quienes sí valoran la vida, el respeto y compromiso con sus semejantes.
Yo no quiero que nadie diga aquí que fulano es buena gente. Porque, casi siempre la buena gente, no son buenos revolucionarios. Para ser buena gente, hay que dejar hacer y deshacer.
Los que no exigen, los que no discuten los problemas, los que no controlan, los que no depuran responsabilidades, a los que les importa lo mismo cumplir que no cumplir, a los que no les duelen los problemas, los que no tienen hígado y les importa poco todo, son los buena gente.
Los revolucionarios, son en cambio, los que, al revés de los buena gente: discuten, controlan, depuran, cumplen, tienen sensibilidad y les duelen los problemas hasta el hígado.
Le faltó mencionar que un “revolucionario” también debe comprender la ética, la lealtad, la honorabilidad y saber responder los compromisos de palabra, de lo contrario se confundirá un aténtico revolucionario con el simple rebelde, berrinchoso, caprichoso dueño absoluto de la razón, incapaz de convencer con propósitos y acciones.
Como siempre digo, no importa lo que uno escoja ser, siempre que se haga con dignidad.
Le faltó mencionar que un “revolucionario” también debe comprender la ética, la lealtad, la honorabilidad y saber responder los compromisos de palabra, de lo contrario se confundirá un aténtico revolucionario con el simple rebelde, berrinchoso, caprichoso dueño absoluto de la razón, incapaz de convencer con propósitos y acciones.
Como siempre digo, no importa lo que uno escoja ser, siempre que se haga con dignidad.