“Saber escuchar”


Todo habla: Uno es Todo y Todo es Uno.

Por Rafael Manzanares Benavides

Para Crónicas de La Unión

Desde el origen de los tiempos, la humanidad ha logrado sobrevivir gracias a
nuestra Madre Tierra, que, sin egoísmo alguno nos ha regalado en su abrazo
maternal con el agua, el aire y el fuego, lo necesario para vivir.
¿Escuchamos la voz de nuestra Madre Tierra? ¿Sabemos que somos parte de
ella, como un todo de la Creación? Ella, nos habla cuando se agrieta y con una
mueca de dolor nos dice: “basta ya de desolarme con la corta de árboles y la
contaminación de mi suelo.” Con el viento nos susurra al oído que dejemos
crecer a sus plantas, para no entorpecer la fotosíntesis y permitir la captación de
la energía solar.
También nos habla la Montaña, cuando su nieve fundida y su lluvia bajan por
sus laderas para venir a fertilizarlo todo. Nos habla el Viento desde las suaves
brisas del alba, desde los torbellinos que soplan de la colina, cuando arrastra y
lanza el polvo de los desiertos, para pedirnos que volvamos a plantar árboles
como aquellos que la naturaleza, sin la mano del hombre, nos había regalado.
Nos hablan los ríos cuando arrastran lo inútil que les hemos lanzado, para
inundar y destruir lo que hemos construido al lado de ellos. ¿Por qué? porque
estorban su paso hacia los lagos y mares y no les queda otra forma, que no sea
ensancharse y levantarse, derramándose sobre la superficie.
Si la razón según San Agustín es la energía del Universo, ¿entonces por qué no
razonar para entender el principio de las cosas? Si tan sólo pusiéramos atención
a nuestro entorno, nos daríamos cuenta que todo nos habla. Si observamos que
nos depara lo que encontramos en nuestro camino, recibiríamos del mundo que
nos rodea, las indicaciones para proceder con justeza, para corregir y ser cada
día más idóneos con nuestra naturaleza.
¿Hemos acaso reconocido los regalos que hoy hemos recibido? tales como rocío
de la mañana, el sol que nos da su energía, los pájaros y su canto, las flores y su
perfume, las estrellas al anochecer… ¿Qué nos dicen del Todo? Nos dicen que
callemos el loco discurso de nuestra mente, para así lograr escuchar la voz de
nuestra consciencia, que nos diría que tenemos dentro las semillas que, regadas
por el amor, germinarían para hacer nacer y crecer nuestro ser, que es el Uno
que pertenece al Todo… Si tan sólo observáramos las flores, hallaríamos en
ellas la respuesta a la belleza, la alegría, la fecundidad, y la resurrección.
Si abrieran realmente nuestros cinco sentidos externos, nos daríamos cuenta que
en nuestro interior reside la identidad de nuestro ser, ya que somos únicos,
diferentes y continuos en el tiempo. Esto nos vincula con el concepto de mundo
interno, que es una de las dimensiones del ser humano. Hagamos autoconciencia
que es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, pensamientos
y comportamientos, así como comprender cómo están relacionados y
reflexionar sobre uno mismo, conociendo las fortalezas, las debilidades y los
límites que tenemos en ciertas situaciones, que muchas veces nos hacen cometer
errores que no podríamos disculpar.
Escuchemos lo que en cierta ocasión dijo Jesús, nuestro Señor:
«En el reino de Dios sucede lo mismo que le pasó a uno que sembró, en su
terreno, muy buenas semillas de trigo. Mientras todos dormían, llegó su
enemigo y, entre las semillas de trigo, sembró semillas de una mala hierba
llamada cizaña, y después se fue.» Cuando las semillas de trigo produjeron
espigas, los trabajadores se dieron cuenta de que también había crecido cizaña.
Entonces fueron a donde estaba el dueño del terreno, y le dijeron: “Señor, si
usted sembró buenas semillas de trigo, ¿por qué también creció la cizaña?”» El
dueño les dijo: “Esto lo hizo mi enemigo”.» Los trabajadores le preguntaron:
“¿Quiere que vayamos a arrancar la mala hierba?”» El dueño les dijo: “¡No! El
trigo y la cizaña se parecen mucho, y a lo mejor ustedes van y arrancan el trigo
junto con la cizaña. Mejor dejen que las dos plantas crezcan juntas. Cuando
llegue el tiempo de la cosecha, podremos distinguir cuál es el trigo y cuál es la
cizaña.”
Escuchemos lo que nuestra consciencia nos dice, para nunca apurar nuestro
juicio, así, podríamos siempre discernir, para actuar con justeza en todos
nuestros actos.


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